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El cordero segureño deshuesado, una de las exquisiteces del menú de Seda Club Hotel. j. l.
Cuando todo va como La Seda
Gastrobitácora

Cuando todo va como La Seda

Ha sido una de las aperturas más excitantes del año y, antes de que cambie su carta a vuelta de verano, regresamos a Seda Club Hotel para disfrutar de su propuesta gastro

Jesús Lens

Granada

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Jueves, 10 de agosto 2023, 23:03

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Tenía que volver a probar aquella ensaladilla rusa. Así se lo digo. A la de Seda Club Hotel de la plaza de la Trinidad me refiero. Tenía que repetir porque la primera vez, allá por febrero, el día de la inauguración del exquisito establecimiento, andaba yo con mil cosas en la cabeza.

Estábamos en plena celebración del festival Gravite patrocinado por CaixaBank, habíamos grabado una entrevista con Marta Robles en su fastuosa barra y esa tarde teníamos dos charlas consecutivas en aquel marco incomparable. Mucho jaleo, en fin. Recuerdo que pedimos la ensaladilla. Recuerdo que estaba buena. Pero necesitaba constatarlo. Y es que uno es muy, pero que muy ensaladillero. Demasiado, a veces, que la pido hasta en sitios donde cabe anticipar positivamente que no va a estar muy allá. Pero me puede la querencia. El ansia viva.

¿Es contradictorio ir a un restaurante de nivel y pedir ensaladilla rusa? Pienso que no, la verdad. Si la tienen en carta, por algo será. Por ejemplo, ésta de Rubén Castro en Seda Club Hotel, que se presenta con un huevo frito por encima y acompañada de unos ajos al lado. ¿Raro? A priori, podría parecerlo. Pero cuando el atentísimo y superprofesional equipo de sala rompe el huevo y lo mezcla con la ensaladilla, todo tiene sentido: le da un toque cremosito que hace la textura más gustosa. A fin de cuentas, el huevo es elemento esencial de la mayonesa. Y lo suave del ajo, aunque permanezca al margen en todo momento, es igualmente delicioso. Así las cosas, si es usted ensaladillero, haga por probar esta delicia. No se arrepentirá.

Ya metidos en faena, pedimos otro clásico de la carta del Seda Club Hotel: el tiradito de quisquillas de Motril con vinagreta de yuzu y sal de miso. Es un platazo en el que la quisquilla tiene todo el protagonismo, resaltada y enaltecida por el cítrico y la sal, como bien nos contaba Alejandro Fernández, felizmente incorporado como jefe de sala y con quien siempre es un placer conversar.

Qué importante es, para apreciar bien todos los matices de un plato, que te los presenten en condiciones. Explicaciones claras y sencillas, sin divagaciones ni florituras, para generar expectación a la vez que se aporta la información precisa. Tipazos como Alex velen su peso en oro.

¿Y para beber? No por casualidad, el que tiene toda la pinta de acabar siendo mi vino del año: el Diez Días de Marzo de Bodega Vilaplana, a sugerencia de Alejandro. Que esté en todos los grandes menús degustación de Granada y en los mejores restaurantes resulta bastante elocuente.

Rematamos con un soberbio cordero segureño deshuesado, muy delicado, y una torrija con mango de la Costa Tropical. Antes de marcharnos nos asomamos a la terraza, que ya está abierta. ¡Qué lujazo! En otoño, cuando caiga la hoja de los árboles de la plaza de la Trinidad y se pueda contemplar la Catedral en toda su magnificencia, será digno de verse.

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