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La quisquilla de Motril de Seda Club Hotel, pura melosidad. j. l.
Seda Club Hotel, un placer para los sentidos en plaza Trinidad
Gastrobitácora

Seda Club Hotel, un placer para los sentidos en plaza Trinidad

Espectacular. No se puede definir de otra manera esa luminosa combinación de bar y comedor que se abre a la plaza de la Trinidad, con una gran propuesta gastronómica

Jesús Lens

Granada

Viernes, 17 de febrero 2023, 00:20

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Soy un suertudo. Se lo decía a Ignacio Jiménez durante la presentación de la velada de Gravite en su Seda Club Hotel el pasado Día de San Valentín. Me declaré enamorado de un espacio que ya está muy, pero que muy alto en mi lista de favoritos. Ignacio y su mujer, Carmen Cordón, han hecho una brutal inversión y han convertido un edificio dejado de la mano de Dios en un espectacular hotel de cinco estrellas categoría superior, pero con vocación de apertura a la ciudad.

Todo el que pasa por la plaza de la Trinidad se queda imantado, mirando a través de su enorme cristalera, uno de los escaparates con mejores vistas de Granada. El reclamo: un bar infinito. De película. Un bar que podría aparecer en 'Mad Men' y donde te encontrarías a Don Draper tomando un Old fashioned. Un bar como el de 'El Resplandor', pero en el que todo termina bien. Y empieza mejor.

El 14-F disfrutamos de seis intensas horas en Seda Club Hotel, el día de su inauguración. Llámenme rarito, pero allá donde vaya a pasar más de cuatro horas seguidas, lo considero mi hogar. Decir que estuvimos como en casa es quedarme corto. Porque Daniel Castro ejerció como el más cariñoso y entregado de los anfitriones. Y su equipo de sala, tan cercano y profesional, nos trató con guante… de seda, claro que sí.

Asómense a la entrevista de hoy con Marta Robles, tomando una cerveza Alhambra en ese bar que, no me canso de repetirlo, no se termina nunca. Verán qué gozada de espacio. Además, antes de convertir el comedor en la máquina del tiempo del festival Gravite patrocinado por CaixaBank, tuvimos la ocasión de probar la cocina de Rubén Castro, a los mandos de operaciones. ¡Y qué cocina, oigan!

Para empezar, unos aperitivos cortesía de la casa. Unos ravioli con carne de conejo de lo más sorprendentes. ¡Y la selección de panes y de aceites de oliva Castillo de Canena, que ya se me olvidaban! El picante me gustó sobremanera. Sonaba una música suave, acariciando el oído. La vista ya la teníamos entregada. Embriaga el aroma de los vinos, aceites y especias. El tacto y la melosidad de las quisquillas con un toque de salsa ponzu que realzaba a nuestro marisco de cabecera y una ensaladilla rusa que rompe con lo establecido al incorporar huevo frito con ajos. ¿Herejía? ¡Pruébenla y lo hablamos!

Aunque estuve tentado de optar por el gallopedro, me decidí por la carne. Otra apuesta por el producto granadino: la peletilla de cordero segureño deshuesada. En dos palabras: melosidad y sabor. También robé una pizca de entrecot de un plato compañero. No hubiera sido mala opción, vive Dios. Y el tiramisú como remate.

Seda Club Hotel se va a convertir en uno de los sitios donde hay que estar. Por la tarde me tomé un gintónic excelente y me quedó el regomello de no probar alguno de los Margaritas que se veían por las mesas. Máxima atención a la coctelería del establecimiento, por tanto. Y a su terraza y a su clandestino, que esto es un no parar. Como dijera el general MacArthur al dejar Corea: ¡volveré!

Y no quiero terminar sin hacer referencia a unas extraordinarias pijotas de nuestro Mare Nostrum que me tomé en La Golondrina Bistro hace unos días. Pijotas. Tengo que investigar más sobre ese pescado, ese nombre y sus propiedades. No estaría entre los 15 o 20 primeros pescados que se me vendrían a la cabeza a la hora de pedir. Menos mal que, en ocasiones, otros lo hacen por ti y te dan inesperadas alegrías como la de la pijota en cuestión. Carne blanca, tersa y sabrosa. Contundente. Y la piel bien frita y crujiente, como me gusta. Al estar con gente de bien, no me atreví a preguntar si aquella cabeza era comestible, pero tenía toda la pinta de que sí.

¿Hay pescados de primera y segunda división? Tengo que echarle una pensada a todo esto, porque esas pijotas me supieron a gloria y, como les decía, si no las hubieran pedido por mí, jamás se me habría ocurrido probarlas. Es lo bueno que tiene, tantas veces, dejarse llevar.

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