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Javier Chica, en el entorno del restaurante Ruta del Azafrán, habla de nutrición y cocina. ramón l. pérez
«Siempre tuve, y sigo teniendo, hambre de balón»
Una Alhambra con... | Javier Chica, ingeniero y baloncestista

«Siempre tuve, y sigo teniendo, hambre de balón»

Ingeniero en ejercicio, sigue siendo uno de los baloncestistas más queridos de Granada. Javier Chica recuerda sus pinitos culinarios y los terceros tiempos

Jesús Lens

Granada

Viernes, 5 de noviembre 2021, 00:24

Elegante como es, le pide a Ramón que hagamos la foto fuera del local. Es socio de Ruta del Azafrán y no quiere que esta conversación parezca un publirreportaje. Cerveza en mano, caminamos unos metros hacia el puente que cruza el Darro, bajo la sombra de la Alhambra. Estamos en uno de los entornos más bonitos del mundo. «Y cuando arreglen la margen izquierda del río, será más espectacular todavía», señala Javier Chica, cuya frondosa barba le confiere aún mayor autoridad a sus palabras. «Ojalá estemos aquí para verlo», remata entre risas no exentas de mordacidad.

–¡Menudo emplazamiento! ¿Cómo entró en el negocio?

–Un grupo de compañeros vinculados al mundo del baloncesto nos quedamos con el pub La Bóveda en su momento y, con la experiencia adquirida, cuando se traspasó el antiguo restaurante Las Chirimías, no lo dudamos.

–¿Cómo afrontaron la reforma?

–En aquella época, la zona del Paseo de los Tristes contaba con tascas y bares de corte tradicional: mucha madera, oscuros y cerrados. En Ruta del Azafrán fuimos pioneros y lo hicimos abierto y transparente, con esas grandes cristaleras que asoman a la calle.

–¿Y la cocina?

–De la carta se encarga Antonio Martínez. La ha ido puliendo a lo largo del tiempo con el método prueba y error hasta tener una propuesta gastronómica muy interesante, pienso.

–Piensa bien. Su pastela moruna es insuperable, por ejemplo. ¿Por qué no hay recuerdos baloncestísticos en la decoración?

–Por su emplazamiento, Ruta del Azafrán recibe a mucho público internacional. No le aportaría nada diferencial ni pegaría con la decoración minimalista.

–¿Cómo se apañó con la cocina en sus primeros años?

–Con 16 años me vine de Jaén para jugar al baloncesto y estudiar y me alojé en una residencia donde cuidaban de nuestra alimentación. A los 18 ya me fui a un piso con otros jugadores y cocinábamos de acuerdo a las pautas de los servicios médicos: pasta para los hidratos de carbono y carne para las proteínas.

–¿Cocinaba usted?

–Sí. Y se me daba bien. Tiraba mucho de '1080 recetas de cocina', de Simone Ortega, un regalo materno imprescindible que todavía guardo con cariño. Y consultaba a ese gran tutorial que era mi madre para las lentejas y otros platos caseros. (Risas). También veía a Karlos Arguiñano y hacía sus recetas. Aprendía poco a poco, pero teníamos buena boca.

–¿Algún plato de la época?

–La ropavieja de los viernes. Mezclábamos todos los restos con aceite de oliva y huevos y salía muy buena. Cocina de aprovechamiento radical... de la que no quedaban ni las sobras. Durante un tiempo compartí piso con Quique Gutiérrez, mi entrenador. Yo cocinaba y él recogía y fregaba los platos. Hacíamos buen equipo.

–Jaén y aceite de oliva...

–Mi hermano Jose y yo tenemos una empresa familiar, O.live, en el entorno de Martos, cuyo microclima nos permite obtener uno de los AOVES más tempranos de España. Está feo que yo lo diga, pero es un aceite extraordinario.

–¿Qué plato borda ahora?

–La paella. Solo la critican mi mujer y mi hija (Risas).

–¿Tenía hambre de balón como jugador profesional?

–¡Y la sigo teniendo! (Risas). Siempre me gustó jugarme los balones más calientes. Soy un encestador nato. Y si no, pregúntales a mis compañeros de pachanga de los viernes...

–¿Se apuesta con ellos las cañas?

–¡No! Sería ventajista por mi parte, que son muy malos y les gano siempre. (Risas).

–¿Qué tal los terceros tiempos?

–Entre los 80 y los 90, Pedro Antonio era mítico. Acompañábamos a los jugadores de los equipos rivales a tomar unas cañas y alguna copa, pero siempre con mesura. A los americanos les dábamos a probar el jamón serrano y les decíamos que era carne de serpiente. ¡Qué caras ponían!

–¿Y el hambre de títulos?

–No hay nada más bonito. Aquel ascenso a la ACB... un subidón de adrenalina. Pero da igual la categoría. Conseguir el objetivo da siempre mucha alegría.

–¿Carpanta de los rebotes?

–Dímelo tú, que has jugado contra mí... (Risas).

MENÚ DEGUSTACIÓN

  • Un ingrediente El ajo

  • Un sitio para celebrar En Granada hay muchos

  • Una tapa para abrir boca Jamón y/o queso

  • Una cocina internacional La japonesa e italiana

  • Dulce favorito Poco dulcero, el pionono

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