Un brindis por la salud, la alegría y la felicidad para esta Navidad :: FOTOLIA

Cómo sobrevivir a las comidas y cenas de Navidad

Gastrobitácora ·

No es fácil enfrentarse al caudal de comidas y cenas navideñas que se nos viene encima | Estos consejos en clave de humor, nos ayudan a pasar mejor el trago

Jesús lens

Jueves, 19 de diciembre 2019, 21:40

Lo de las comidas/cenas propias de estas fechas es una prueba más de que la Navidad obra milagros: no hay cuerpo humano -ni inhumano- que aguante semejante trajín en cualquier otra temporada del año. Lo que hasta hace poco tiempo se resolvía con unas sencillas cañas a la salida del trabajo o del partidillo de turno, se ha transformado en una cascada de celebraciones sin fin: que si la peña de baloncesto, el club de lectura, los compis de trabajo, la cofradía, el grupo del güasap...

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De ahí que la hostelería se haya adaptado a los requerimientos de una sociedad en plena fiebre bulímica y plantee una oferta muy variada de propuestas gastronómicas para grupos, en Navidad, adaptada a las diferentes capacidades adquisitivas de cada bolsillo. Que si el estómago ha de estirarse para aguantar el popurrí de canapés, entrantes, platos principales y postres, la cartera ha de estar a la altura del empeño. Y no es fácil.

Las reuniones de los colegas de trabajo con los jefes para entregarse al comercio y al bebercio, también tienen su punto de riesgo, aunque un cierto espíritu de paz y concordia suela presidir este tipo de eventos navideños. El mismo con el que conviene afrontar las reuniones familiares tan propias de estas fechas.

Hace unos días recibí un mensaje irónico, de los que me arrancaron una enorme sonrisa. 'No dejes que la cena navideña arruine tus discusiones familiares. Come algo ligerito, con muchas proteínas, que no te amodorre, y no tardes en abrir en fuego con la siguiente pregunta: ¿Quién habrá votado a este gobierno de mierda?'

¿Tiene o no tiene arte? Precisamente para evitar guerras como la que provocaría una situación así, además de comer y/o cenar bien y a gusto, conviene cumplir a rajatabla con ciertas premisas básicas que evitarán que el cónclave familiar desemboque en tremenda bronca de incalculables proporciones e indeseables consecuencias.

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La primera y más importante es, precisamente, no hablar de política. De ninguna política. Ni de la local, autonómica o regional. Nada de hablar de las negociaciones para formar gobierno ni de los Rubios, Trump y Johnson, el Brexit o los aranceles al aceite de oliva.

En este sentido, tampoco se puede hablar de la situación económica. De ninguna situación económica. Da igual si su vecino de mesa quiere hablar del déficit comercial con China, del precio de los subtropicales o de la intervención a las cuentas andaluzas: ¡ignórele! Sobre todo, si pretende llevar la cuestión monetaria al ámbito de la empresa, el negocio, la familia o sus finanzas personales. Llegados a este punto, ponga cara de estar sufriendo una sobredosis de cadmio por haber chupado demasiadas cabezas de gamba y corte la conversación de raíz, aduciendo una inexcusable visita al excusado y levantándose súbitamente.

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Nada de tocar cuestiones candentes como la homeopatía, el veganismo, la educación o las vacunas. No es momento de hablar de las paleodietas o los ayunos intermitentes. Eso, para la cuesta de Enero. Religión, toros, caza y pesca son anatema. Y de fútbol, ni hablar: una desenfadada conversación sobre el reciente Real Madrid-Barça no tardaría en desembocar en el procés.

Hablar de música o libros termina derivando en la polémica sobre las descargas ilegales, que vuelven a proliferar dada la variedad de plataformas que han invadido nuestros televisores inteligentes, y el cine tampoco trae nada bueno, que saldrá a relucir la duración de 'El irlandés' y la sospecha de que Pesci y De Niro mojan el pan en vino tinto porque no les quedan dientes para masticarlo en crudo. Tampoco saquen a relucir a los masterchef, las estrellas Michelin o la cuestión de si la tapa es un lastre para la gastronomía granadina. Si mentan el montadito de lomo-roque o el bocata de carne en salsa, se lía. Y gorda.

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Hablar de la salud está completamente fuera de lugar. Sobre todo en Granada. Y dejen la Historia en paz, que el 2 de enero está a la vuelta de la esquina. Limítense a alabar las dotes culinarias de la persona encargada de preparar la cena o comida de turno y échenle una mano. O las dos. Que lo bueno de estas fechas es reunirse para compartir, tanto la comida como su preparación. ¡Feliz Navidad!

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