Viernes, 2 de julio 2021, 00:45
La Guía Repsol ha creado una nueva categoría, los Soletes, a la que define como dinámica y que también lleva aparejada otros adjetivos propios del ... verano: refrescante, desenfadada o informal. Chiringuitos y terrazas; cafeterías, heladerías y pastelerías; bares, tascas y barras; vinotecas, bodegas y sidrerías; hamburgueserías, bocaterías o pizzerías 'good'; restaurantes de carta informal y menús del día en que se come de vicio son potenciales acreedores de la nueva distinción.
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Me gusta esta filosofía, diferente y original, que sirve para situar en el mapa a establecimientos donde disfrutar de eso que se ha dado en llamar 'una experiencia'. Por su singularidad, por su emplazamiento, la originalidad de su propuesta, el producto, el concepto...
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De entre los 1000 primeros Soletes concedidos por la Guía Repsol, Granada atesora 16 de ellos, repartidos en diferentes categorías. Entre los bares, tascas y barras se encuentran El Bar de Eric, Los Diamantes, Patio Braserito y Saint Germain. En la categoría 'Fast Good' se encuadra La Chistera de Monachil, cuyas jam sessions de jazz son una gozada. Entre las cafeterías destacadas, la Colombia de Baza y Mummo Café de Granada.
La Lolaina de Nigüelas figura como uno de los chiringuitos o terrazas destacados y los menús del día que se merecen un Solete son los de Cortijo de Tájar (Huétor Tájar), Cuevas Alkadima (Huéscar), El Molino del Puente (Dúrcal), Jardines de Alberto (Granada), Los Geráneos (Almuñécar) y Paco Rama (Loja). Por último, La Brujidera y La Tana se incluyen en la selección de vinotecas y bodegas.
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Cambiemos de tercio para hablar de correrías gastronómicas. Nuestro destino estaba a poco más de cien kilómetros. Antes de llegar a Jaén capital, enfilamos la carretera que conduce a Pegalajar, Mancha Real, Jimena y, por fin, Bedmar. Serpenteando, llegamos a lo alto de una montaña y, maravillada, la vista se pierde en un horizonte mágico protagonizado por cientos, miles de árboles en perfecta alineación. Nunca tuvo tanto sentido el concepto 'mar de olivos'. Un océano inabarcable.
En 2022 se presentará la candidatura a la UNESCO para que este paisaje sea declarado Patrimonio Mundial. Impulsada por la Diputación de Jaén, cuyo brillante trabajo en pro de la gastronomía es reconocido por el sector de forma clamorosa, cuanta con el aval de las diputaciones de Granada, Córdoba, Málaga, Sevilla y Cádiz: la candidatura se ha presentado bajo un nombre integrador, 'Los paisajes del olivar en Andalucía'.
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Si el año pasado circulábamos orgullosamente por la Autovía del Olivar, sintiendo que esa Andalucía sí es una, los paisajes disfrutados por las carreteras interiores de Jaén sobrecogen, imantan y generan adicción visual. Y gustativa.
Hicimos parada y fonda en el restaurante de un alojamiento rural del entorno del río Cuadros, al fresquito, tras pasear por uno de los adelfales más grandes de Europa y de subir al Torreón para seguir disfrutando de las vistas montaraces de los alrededores de Bedmar.
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Las verduras venían deliciosamente regadas con aceite de oliva virgen extra, claro. Las alcachofas con sus anchoas, los pimientos levemente caramelizados y unos sabrosos espárragos blancos. Pero lo que yo iba buscando, y tuve la suerte de encontrar, era la carne de monte. De ciervo, en este caso.
La descubrí, años ha, en Andújar. La ponían de tapa en una venta. Nada más probarla, pedimos una ración. Y me enamoré de ella por siempre jamás. Aunque recibe nombres diferentes según los lugares y la pieza cocinada, para mí ya se quedó como 'carne de monte' y siempre que viajo a las sierras de Jaén o Córdoba, la busco con ansia. En nuestro entorno cotidiano no es muy habitual. De ahí el éxito que tuvieron aquellas jornadas organizadas en El Coso, hace unos meses.
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La del pasado fin de semana era carne de ciervo a la salsa de romero. Con el olor de la tierra y el matorral aún adherido a nuestra piel, aquel bocado sabía doblemente a gloria. Una carne suave y melosa, perfectamente deshebrada, con el aroma del romero discretamente insinuado, sus setas salteadas y sus patatas a lo pobre. La carne de monte, después de caminar por la montaña, está rica, rica.
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