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Pablo Amate
Viernes, 26 de julio 2024, 00:01
Si están alojados vacacionalmente a pensión completa en un hotel, la familia va a convivir momentos tan íntimos como el de comer junta cada día ... las tres ingestas: desayuno, almuerzo y cena. Hoy día son miles los jóvenes alumnos que comen en los colegios. Hay casos que hasta desayunan. Unas comidas controladas en todas sus proporciones alimenticias. O así es la normativa de las autoridades educativas. Otra cosa es que esté bien guisado y en su punto. Por tanto, si bien hacen las comidas en apartamentos, o en hoteles, descubrimos que nuestros vástagos no saben utilizar los cubiertos. O sea, que comen como cerditos.
Reproches y discusiones
La familia que cree cuidar la educación de su prole se horroriza al ver cómo maneja los cubiertos. El ritmo diario en las parejas en las que ambos trabajan es frenético. El desayuno es de pie y corriendo. En el almuerzo no se ven y para la cena nunca se pone mantel y cada uno toma del frigorífico lo que quiere, sin control ni asesoramiento paterno. La televisión y/o tablets acaparan a todos los miembros familiares y apenas se conversa entre ellos. Un ritmo diario al convivir las 24 horas, si los hijos no están aún en edad de salir solos, provoca sorpresas, discusiones y hasta broncas de nivel.
Nos descubrimos entre nosotros
Hay estudios que confirman las vacaciones estivales como el periodo de mayor cantidad de separaciones y divorcios. La convivencia nos muestra tal como somos. Y los hijos descubren a sus padres las carencias de educación, también a la mesa, de forma visual y cercana. Es un horror ir a un restaurante donde hay niños mal educados, cosa bastante habitual en verano y vacaciones. Por tanto, tengan 'el cuerpo hecho' a que estas situaciones pueden acontecer. Y pueden arreglarse si todos ponemos de nuestra parte, sin perder los nervios ni las maneras. Disfrute al tener vacaciones y una familia, y eduque con afecto y cariño.
Bufé libre, infierno o paraíso
Había un libro hace muchos años que titulaba así a su obra sobre Suecia. Aquí nos vemos con una realidad latente inventada para eliminar empleos de camareros en los comedores. Sale más barato el desperdicio de comida que el sueldo de más empleados, salvo en algunos hoteles gran lujo de 5 estrellas, solo algunos. El bufé es la isla para la gula y el desenfreno alimentario. Da igual menores y mayores. Platos rebosantes donde se mezclan todo tipo de guisos. Y que se quedan a medio comer ante el comensal. Aunque los hoteles ponen la vajilla y copas más pequeñas, y han eliminado las bandejas de servicio.
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