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Jesús Lens
Granada
Viernes, 8 de julio 2022, 00:37
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Pasear por el centro de Granada un sábado de verano por la mañana tiene un yo-qué-sé-qué muy especial. Es una explosión de vida con fecha de caducidad. Aprovechamos para avituallarnos y rellenar la despensa con caprichos y delicatesen que no nos permitimos durante la semana, de las especias en Barranco a esas aceitunas gordales de El Caramelo, por ejemplo.
A partir de las dos, todo empieza a cerrar. Y la ciudad queda chapada hasta el lunes por la mañana, cuando la vida regresa a las calles. Por eso hay una especie de electricidad en el ambiente. Los sábados es cuando más libros y cómics gastronómicos compro. Mis últimas adquisiciones, 'Marcelo', de Guillermo Fesser, la historia de un barman legendario. Y la nueva entrega de 'La cantina de medianoche', un manga muy especial que también es serie de televisión en Netflix y que le recomendé vivamente a Pablo Aguilar, nuestro jugador de baloncesto más internacional que, la próxima temporada, volverá a jugar en Japón. ¿Habrá pasado por Utopía Ramen Bar, por cierto?
Al terminar de tanta compra, a pesar de ir bien cargados, toca echar una caña. O tres. Para eso, la plaza de la Pescadería es una de las que más me gustan. Su ambiente es impagable. Hicimos parada y fonda en Monje, cuyo nombre incorpora dos palabras repletas de connotaciones: Taberna Espirituosa, que yo soy muy Tabernícola, en afortunada expresión robada a Paco Aguilar, de Taberna Belmonte.
Con la caña, un bocado muy rico de ensaladilla rusa. De los que te invitan a echarle un vistazo a la carta para pedir algo más. Optamos por un ceviche que estaba muy bien. Les confesaré, eso sí, que empiezo a tenerle ojeriza al plato. Casi tanta como al tartar de atún. Cuando empezaron a llegar a las cartas de los restaurantes especializados fue un gustazo. Recuerdo los de La Causa y los de Sibarius. Toda una revolución que me recordaba a aquel mágico viaje al Perú de hace ya tantos años. Ahora no hay garito que no incluya el ceviche en su propuesta gastronómica, con independencia del resto de la carta: a un restaurante que quiera ser moderno se le presume el ceviche. Y la burbuja cada vez es más grande. Pero insisto en que el de Monje Taberna Espirituosa estaba muy bueno, que una cosa no tiene que ver con la otra.
Completamos con lo que llamo un plato-volunto: en sendas conversaciones al calor de una Cerveza Alhambra con dos artistas que viven fuera de Granada, ambos me dijeron que echaban de menos... ¡las habas con jamón! Como homenaje a todos esos 'granaínos' de la diáspora nos pedimos un suculento plato.
Para el postre le preguntamos al atento y rapidísimo personal de Monje si nos permitía darnos el gustazo de cruzar la plaza, que enfrente teníamos nada más y nada menos que a La tarta de la madre de Cris. Con su beneplácito, me asomé a ese templo y… ¡sorpresas! Una en forma circular. Y es que tenían la tarta de cerezas que Pilar Molina tuvo la gentileza de preparar por primera vez para este suplemento. La tarta de cerezas de Twin Peaks que volvía loco al agente Cooper. ¡Qué gozada, con el rojo carmesí pintándonos los labios! No la dejen pasar. Las cerezas están ahora de temporada y hay que aprovechar. También me llevé una porción de su tarta de queso azul, por supuesto, que adoro el poderío de su sabor.
¿Y la segunda sorpresa? En tamaño rectangular. Porque Pilar Molina se ha liado la manta a la cabeza y ha escrito un precioso libro de memorias: 'La vida en dulce de la madre de Cris', en el que hace un emocionante repaso por su tránsito como estudiante, profesora de instituto y, por fin, repostera y empresaria de éxito.
«Una humilde historia de éxito inesperado en torno a una tarta. Y ha ocurrido en Granada, nuestra Granada», señala en la contraportada. Ya estoy deseando hincarle el diente al libro, igual que se lo hinco a sus tartas siempre que puedo. Aunque no deba.
Muchas gracias, Pilar, por endulzarnos la vida de un tiempo a esta parte. Muchas gracias, madre de Cris, por el ejemplo que representas. Que hojeando tu libro, me ha encantado este diálogo, por todo lo que significa:
«—¿Qué te pones para parecer tan joven y tan guapa?
—A reír, me pongo a reír… y a hacer tartas».
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