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antonio carrillo
Viernes, 29 de octubre 2021, 00:22
Al final del verano, los campos se tornan amarillos y ocres, la función clorofílica de las plantas ha cesado en su actividad y la fotosíntesis ... traslada los ácidos y los azucares a las bayas a punto de vendimiar a través de las hojas.
Los pueblos se impregnan de ese olor característico de los mostos sin fermentar, dada la diversidad geográfica y alternancia climática de nuestra provincia y lo diseminado del viñedo. El tiempo de vendimia se realiza entre los meses de julio a octubre, siempre teniendo en cuenta el periodo de maduración de la uva, muy dependiente de las condiciones climatológicas, que es el principal factor limitante.
Cuando el clima se manifiesta favorable, los viñedos dan lo mejor que tienen y se logran grandes vendimias, de una calidad insuperable. Ahí intervienen una serie de factores permanentes de cultivo del viñedo, como el suelo, microclima, portainjerto, variedad, densidad de plantación, sistemas de conducción, etc.
La vendimia perfecta comienza con una buena poda de invierno. El viticultor deberá elegir el número de yemas para que la vegetación y el número de racimos sean los más adecuados. La relación entre la superficie foliar y el peso de los racimos debe oscilar alrededor del metro cuadrado de hojas por cada kilogramo de uva en las variedades tintas, mientras que en las blancas esta relación puede ser sensiblemente superior.
La brotación del viñedo transcurrido el reposo invernal se produce cuando las temperaturas medias alcanzan los 10 ºC, cosa que sucede en el mes de marzo. En función de la climatología del lugar donde se encuentre el viñedo, se adelanta o se atrasa.
La floración es uno de los periodos más delicados del ciclo vegetativo de la vid. Se manifiesta cuando las temperaturas medias alcanzan y superan los 15 º o 16 ºC, fenómeno que también sucede en las viñas situadas en latitudes orientadas al sur e influenciadas por las brisas del Mar Mediterráneo, normalmente a finales de mayo o principios de junio, mientras que las zonas situadas en la cara norte de Sierra Nevada (Altiplano de Granada), acontece más bien hacia mediados de junio. Resulta inconfundible en este periodo el sutil aroma floral que desprenden los viñedos en plena floración, como una experiencia difícil de olvidar, por la singularidad del perfume que se respira en el ambiente.
Las mejores vendimias se consiguen cuando la brotación se da en el transcurso de una fecha normal, más bien temprana, después de un invierno frío y lluvioso. El viñedo de Granada, debido a su altitud, ayuda a lograr vendimias de mejor calidad al mejorar las posteriores condiciones meteorológicas de vegetación y maduración. Llegado el momento del envero, cuando la uva pierde el color verde de la clorofila y aparecen los pigmentos propios de las variedades tintas y blancas, comienza el periodo de maduración propiamente dicho. Es el momento que realmente define la calidad de una vendimia, cuando se acumulan los azúcares en las bayas.
Mientras que la acidez baja paulatinamente, otras sustancias minoritarias, como son los aromas varietales y polifenoles, suben sobre todo en las uvas tintas. En el momento de la maduración de los racimos definirán el carácter de cada variedad de uva cultivada.
Según datos contrastados por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Vinos de Granada; los datos de la vendimia de este año nos dicen que las uvas blancas se comenzaron a vendimiar el día 19 de julio de 2021 y las uvas tintas el día 20 de agosto, con un retraso respecto a la fecha más habitual de siete días para las uvas blancas y un adelanto de seis días para las uvas tintas.
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El rendimiento medio en campo, medido en kg/ha, ha sido de 5000 kg para variedades blancas y tintas, con una superficie de producción de 46 has. de variedades blancas y 215 has. de variedades tintas.
La meteorología ha acompañado este año con un invierno frío y lluvioso. Sin embargo, un golpe calor a mitad del envero dejó bloqueadas las plantas con una maduración irregular de los racimos. Por su parte, las precipitaciones han sido nulas en el verano y las temperaturas altas en los días punta afectaron a la evolución del estado vegetativo, provocando algunas plagas y enfermedades.
La presencia de oídio ha sido más intensa que en años anteriores y los días de calor y viento caliente han castigado el viñedo, dañándole en su producción.
Así, en la zona de la Alpujarra, una bajada de temperaturas a finales de mayo, propició una parada vegetativa y, en consecuencia, una desigualdad latente en los estados vegetativos de las vides e incluso en una misma planta, encontrándose racimos en estado grano guisante cuando otros aún se encontraban al final de la floración.
El año ha sido complicado sanitariamente debido a la acumulación de días con alta humedad, aunque se ha podido controlar con los tratamientos habituales, sin embargo, al inicio del envero se presentó un ataque de oídio que, aunque, no afectó al racimo, sí defolió algunas partes de las vides.
Eso sí, las precipitaciones de este año y, en particular, los más de 100 mm caídos en mayo, contribuyeron a mantener las plantas sin estrés hasta la llegada de agosto, que fue más caluroso de lo habitual. Mejoró bastante en los últimos diez días del mes, lo que supuso que las plantas pudieran terminar la maduración sin problemas y con una calidad bastante buena. De hecho, la maduración terminó resultando mucho más homogénea de lo que había comenzado y las suaves temperaturas de estos días están favoreciendo la madurez de la uva.
La alternancia de temperaturas entre el día y la noche, con oscilaciones térmicas de entre 15º a 30 ºC, incrementa muy favorablemente la síntesis de polifenoles, una circunstancia meteorológica que se da en los viñedos de Granada debido a su altitud.
Si no cambia la situación, la de este año puede ser una vendimia similar a la que tuvimos en 2018, con maduraciones progresivas y pausadas que permitieron alargar la recolección, obteniendo una uva bien madura fenológicamente sin un contenido elevado de azucares.
Sanitariamete, la calidad esperada de la uva es muy buena, tanto para las uvas blancas como para las tintas, y la valoración respecto al año pasado sería muy parecida por cuanto a la calidad en la graduación de la uva. El producto, en su fase de fermentación, se desarrolla bien y la añada o cosecha tiene todos los índices de ser buena.
En términos generales se puede decir que la campaña tendrá una valoración buena en cuanto a la calidad y muy buena en cuanto a la calidad.
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