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Puri Manzano habla de libros frente a la zíngara de El Niño de las pinturas de Vitango. Ariel C. Rojas
Una Alhambra con | Puri Manzano, profesora y escritora

«A través de los clubes de lectura haces público un acto privado»

No se complica demasiado la vida cocinando, pero le gusta comer bien. Lectora voraz, participa en varias tertulias cada mes y, sobre todo, le gusta el noir

Jesús Lens

Granada

Viernes, 7 de marzo 2025, 00:53

Quedamos en el Vitango, un establecimiento de la Avda. de la Ilustración muy cercano a su instituto, el Veleta, y que se caracteriza por los vistosos grafitis de su fachada. Los dos más antiguos son de El Niño de las Pinturas. Los más modernos, de un artista urbano de La Zubia, Alc13. A Puri, que suele vestir ropa viva y luminosa, le pega ese rapto de color. Es profesora de inglés en el Instituto Veleta, en el Zaidín, un centro muy singular donde también se encarga de su Plan de Lectura. Su forma de saludar, por cierto, ya es mítica. Tanto que se la robo para empezar esta conversación.

¿Qué haces aquí que no estás leyendo, Puri?

–(Risas). He venido a hablar de mi libro. De mis libros. De los que estamos leyendo, precisamente.

–¿Por qué, Vitango?

–Porque es el garito al que vienes y María, la dueña, y sus compañeras me conocen tan bien que me ponen lo que me apetece sin necesidad de preguntar. Es como estar en casa. Me gusta su estilo moderno, pero trufado de elementos vintage. Llevo viniendo desde hace 10 años, cuando abrieron. Ponen comida tradicional con toques mexicanos o indios... Es excelente.

–¿Contenta en el Veleta?

–Me trasladé desde Iznalloz, cansada de coger el coche todos los días. Confieso que al principio me vine con dudas y reticencias, que había gente que me preguntaba si no me daba cosilla. 18 años después, no me iría a ningún otro centro ni en sueños.

–¿Qué lo hace tan especial?

–Por un lado, la mezcla. Tenemos alumnado de al menos 15 nacionalidades distintas y la convivencia es muy buena. Ahora ha llegado mucha gente de Venezuela. Lo más importante es que no importan tanto las notas como enseñar y compartir. No se trata de estar en ningún ranking de excelencia. Me gustó encontrarme hace poco en la librería Picasso a un antiguo alumno, Lehib, que vino de los campamentos saharauis. Estaba comprando la Constitución porque está estudiando Derecho. Un orgullo.

–¿Forma parte la gastronomía de esa convivencia?

–A final de curso, para la fiesta, cada alumna y alumno trae platos de su cultura gastronómica y hemos probado cosas deliciosas, como un pastel senegalés exquisito. O las chuches superpicantes de un alumno de China. Es muy estimulante.

–¿Por qué es importante que lea su alumnado?

–Es importante y hace falta que lea todos el mundo, pero ellas y ellos, más. Con Eugenia, la directora del centro, y el resto del equipo directivo trabajamos el Plan de Lectura de una manera muy rigurosa. Me formé específicamente en esta materia y busco libros que les puedan gustar y les resulten atractivos, que hablen de sus preocupaciones y con cuyos personajes de puedan identificar. En ese sentido, el género negro funciona muy bien. Luego nos gusta que vengan autores al centro. Hemos tenido a TrifónAbad, Mónica Rouanet, Susana Rodríguez Lezaun o Helena Montufo. Además de leer los libros y tener tertulias con los autores, con las que flipan; de acuerdo con el departamento de Plástica, el alumnado elabora marcapáginas especiales sobre las novelas y portadas alternativas.

–¿Qué están leyendo ahora?

–'En un abrir y cerrar de ojos', de Jo Callaghan, una novela policíaca en la que una inteligencia artificial colabora con una inspectora. Para la tertulia nos gustaría contar con alguna persona experta en IA. Y una actividad muy bonita: cada semana, van a un Centro de día para leerles en voz alta a las personas mayores, a las que les encanta esta actividad. Aprenden a modular la voz, a hacer inflexiones... Es precioso.

–¿Qué le aportan los clubes de lectura y en cuántos participa?

–Estoy en tres. Acabo de terminar 'Amada y perdida', de Susie Boyt, y si no hubiera sido porque Silvia la propuso con inmejorable criterio, jamás la habría leído. Esa es una de las cosas buenas de estos grupos. Y luego, las tertulias, que hablar de libros genera relaciones con gente a la que no conoces. Hay veces en que sales convencida de que libros que no te habían gustado son magníficos. Los clubes de lectura hacen público un acto privado.

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