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Trigo sarraceno, para venirse arribaUn trigo que se apellida 'sarraceno' ya tiene mucho ganado en nuestro imaginario colectivo, al menos, si durante nuestra infancia y juventud nos nutrimos de ... historias sobre las Cruzadas, Saladino y Ricardo Corazón de León. Y es que los cristianos de la Edad Media llamaban así, sarracenos, a árabes y musulmanes.
Hablamos de una semilla, un pseudocereal que usamos igual que el trigo, cuya característica más importante es que no tiene gluten, por lo que es idóneo para personas celíacas dado que, además, tiene mil y un usos en cocina. También conocido como trigo negro o alforfón, el trigo sarraceno atesora tantas propiedades que podría pasar por el rico heredero de una noble familia de rancio abolengo. ¡Y eso que llaman el trigo de los pobres!
Para empezar, es bueno para nuestro corazón, que muchos de sus componentes son enemigos declarados del colesterol malo: gracias a su aporte en fibra, contribuye a eliminar esas sales biliares tan nocivas, además de favorecer el tránsito intestinal y aliviar el estreñimiento. Como también tiene efecto saciante, es un alimento recomendado en las dietas de adelgazamiento. Además, es bueno para reducir las obstrucciones en las arterias.
El aporte de flavonoides del trigo sarraceno se suma a sus bondades como antioxidante y antiinflamatorio. Es rico en zinc, selenio y vitamina E y, como también tiene un bajo índice glucémico, es idóneo para personas diabéticas. Recordemos que el cóctel de proteínas, vitaminas del grupo B, magnesio y lisina que aporta viene muy bien para el caso de cuadros de cansancio, depresión o ansiedad.
Es muy apropiado para acompañar como guarnición: además de aportar sabor y textura, limitará la ingesta de pan. Es idóneo para incorporarlo a diferentes guisos, ensaladas y salteados o para hacer zumos y batidos. ¡Incluso cerveza sin gluten se puede conseguir gracias al trigo sarraceno! En India y China saben del tema. Está tan extendido que forma parte de los fideos japoneses soba o de las tortitas con las que se preparan los blini en toda la Europa del Este, usadas como base para los pescados ahumados, las natas agrias e incluso el caviar.
El paraíso del trigo sarraceno es la Bretaña francesa, donde se le conoce como oro negro alimenticio. A finales de los años 80 se plantó en gran cantidad en la región y su consumo prendió entre los habitantes, que lo incorporaron a diferentes recetas. Tiene su propia IGP y es habitual su uso en forma de harina para hacer las famosas galettes, una variante de los crepes, y distintas modalidades de galletas. Miel, mantequilla, patatas ¡y hasta chocolate!, hacen los bretones con el alforfón.
Su sonoro nombre no es exacto ni científico, que ni es trigo ni es sarraceno. Hablamos de una semilla que cuenta con 7000 años de historia. Vino de las llanuras de Asia Central, pero a Europa llegó con los cruzados, de ahí lo de 'sarraceno'.
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