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pablo amate
Viernes, 23 de julio 2021, 00:23
Eran parte del paisaje. Las ventas eran como las áreas de servicio actuales, herederas de las 'masione romana', de donde deriva el nombre de mesón. ... Posteriores fueron las casas de postas o posadas, que cumplían una función social. Las ventas disponían de alojamiento humilde. A veces estaban en los establos, junto a las caballerías, sobre la paja y el calor animal. Los yantares y conduchos eran básicos si bien, por orden real, tenían que tener sal en bloque para los animales, vinagre y agua más o menos potable que hacía preferible el vino 'del pellejo'.
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En la provincia de Almería había algunas ventas con apodos que se afianzaron. Venta la Viuda, en Sorbas, hace años abandonada. O la Venta El Pobre, renovada y actualizada hoy día. Por Otívar abría cada amanecer la Venta El Cojo, el dueño que daba nombre al local por estar impedido, lo sabía. Pero lo dejaba pasar. Hay nombre y mucha guasa. Como Venta el 5 Pino, Venta El Mojón de la Víbora, la del Pantano de los Hurones, El Frenazo, Ventorrillo El Nene, La Capilla o la del Raspa. Pero la que aún rezuma historia y leyendas es La Venta El Chato. Cádiz.
Tuve suerte de conocer esta institución en su más puro estilo. Fui a Pozoblanco para conocer sus dehesas con cerdo ibérico. Llegar desde Córdoba era un periplo. Curvas contra curvas. En el Muriano, CIR militar era parada necesaria. Y continuar hasta el pueblo, donde el granito es básico en sus construcciones. Me indicaron que para comer bien fuese a la Fonda Damián. El frío apretaba en la zona. Empujé el portón, luego una reja andaluza y viajé al siglo XIX. Una ovoide mesa de camilla, con gruesos faldones, acogía en su interior tres braseros de picón. Acoplados había unos señores y el cura párroco. Ceniceros repletos y varios ejemplares de ABC Sevilla, la mayoría caducados. Poca charla.
Los alojados tenían asiento fijo. Pobre de ti si lo usurpabas. Los 'fijos' disponían de su lugar asignado en el comedor. Recuerdo su rica cocina. Carmelo era el cocinero y Francisco, su hermano, el camarero y hombre para todo. Me indicó dónde sentarme y al momento llegó otro señor y se acopló en mi mesa. Hubo un tiempo que en fondas y pensiones comían todos a la vez en una gran mesa. En Damián ponían la sopera para ti solo y te servías cuantas veces quisieras. Su jamón al horno, el cordero asado, o la tortilla de cebolla, cocinado a la leña. Destacar el juez de Pozoblanco D. Lorenzo Carmona, que estuvo hospedado con su mujer en la habitación número 4 de la Fonda durante 21 años. Allí se alojaron los artistas más conocidos y los mejores toreros salían desde la Fonda para el Coso de los Llanos.
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