«En el Vespa Club pides ensalada y te queman la moto»

–¿Por qué aquí?

–Por nostalgia bien entendida. Vivía y trabajaba en Madrid y allá por 1989 vine a Granada en viaje literario y emocional. El 'culpable' fue Ian Gibson, que acababa de publicar un libro sobre la Granada de Lorca. Yo ya había leído toda su obra y quise recorrer sus lugares. Me alojé en la Pensión Recogidas 8 y, desde entonces, un par de veces cada año me venía a Granada a modo de retiro espiritual. Cogía la habitación, iba al Aliatar a ver una película y me subía aquí, con estas vistas a la Alhambra, a tomar una cerveza antes de perderme por el Albaicín.

–¿Cuándo de instaló definitivamente en Granada?

–En 2006. Trabajaba en Madrid con Rafael Simancas y después del 'Tamayazo' sufrí una crisis personal y política y me vine, prácticamente sin conocer a nadie, a reconstruir mi vida.

–Trabaja como orientador laboral. ¿Qué le dice la gente sobre la hostelería?

–La gente es quejosa por las condiciones: bajos salarios y muchas horas de trabajo. Insistimos mucho en la parte formativa, en la necesidad de ser buenos profesionales, hacer cursos... Me dio mucha alegría cuando un joven me llamó muy contento porque tenía un trabajo muy bueno en el restaurante de un hotel de la Costa Tropical.

–Hablemos del Vespa Club...

–Lo conformamos un grupo de enamorados de esa moto y organizamos viajes, al menos una vez al mes, de carácter cultural, turístico y también gastronómico, que siempre buscamos el buen yantar. Eso sí, si pides una ensalada, te queman la moto. (Risas).

–¿Su próxima aventura?

–Este mismo fin de semana, que tenemos una especie de media vuelta a la provincia de Granada. Saldremos el sábado por la mañana y pararemos en Guadarhortuna a desayunar. (En ese punto, le insisto mucho a Juan Carlos que pase por Calitos y se lleve un buen alijo de sus memorables dulces, si no desayunan allí). Seguimos hacia el norte y comeremos cordero segureño en Orce, en el Rincón del Salero, tras pasar por Jódar, Pozo Alcón, Huéscar y Galera. Nos gusta hacer paradas para visitar el patrimonio de los pueblos... y rehidratarnos con una buena Alhambra, sin alcohol, por supuesto. Seguiremos por la tarde por Baza, Zújar, Gor y Guadix, donde hacemos parada y fonda.

–¿Y el domingo?

–Subimos por La Ragua y bajamos hacia la costa. Llegamos a La Rábita y Rubite, donde comeremos buen pescado en Lanzemar. Y de vuelta. En total, unos 564 kilómetros. Seremos unas 20 personas en la expedición.

–¿Por qué, la vespa?

–Por Nanni Moretti, claro. (Risas). En su próxima película la cambia por un patinete, por cierto. Heredé una vespino de mi padre que tenía un faro redondo y me enamoré, pero me daba reparo moverme en moto por Madrid. Cuando me instalé en Granada vendí el coche y me compré la vespa. La actual, una 125, es ya la tercera que tengo. Me estoy preparando para sacar el A2 y cambiarme a la 300 para alargar los viajes.

–Como la 'Operación Cocido'...

–En origen era 'Operación Brava', que se trataba de recorrer los paisajes más sentimentales de mi vida. Pero el bar La Mejillonera de Palencia estaba de vacaciones y cambiamos al cocido de mi hermana, con sus tres vuelcos, y que tan bien ha representadoEpi en el cartel. En Palencia soy 'el sobrino de la pollera'. También era un viaje literario: llevé un libro escrito por Paula, de la librería Inusual, a Laura Riñón, librera en Palencia. Y de ella me traje su 'Amapolas en octubre' dedicado a Paula. Me he reenamorado de Madrid, con un papel esencial mi sobrina Lucía, por la que tengo pasión.

–¿Y para el año que viene?

–Te va a gustar, que uniré poesía, cine y pintura. Pero esa te la cuento otro día más despacio, con otra Alhambra... Por cierto, ¿cuándo visitará el Covirán al Zunder Palencia? ¿Y si...?