Viernes, 5 de marzo 2021, 01:54
El cochinillo. La prueba de fuego era el cochinillo. ¿Sería el mismo cochinillo que ha hecho famoso al Asador Curro o habría cambiado tras su ... alianza con el empresario hostelero Bubi Morenodávila?
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Para resolver esa duda fuimos a comer al popular restaurante de la Carretera de la Sierra cuya terraza, perfectamente adaptada a estos tiempos, estaba de lo más animada y concurrida. Pero antes de llegar al cochinillo, hicimos una cuantas y soberbias paradas en la propuesta gastronómica de un restaurante que no ha dejado de crecer con el paso del tiempo.
Vaya por delante que empecé a ir al Asador Curro hace años y años, cuando vivía a orillas del río Genil y se convirtió en mi local de referencia para desayunos, tapas, raciones, comidas y cenas de confianza. ¡La de veces que triunfé con amigos y conocidos con su soberbia caldereta de cordero! Les encantaba incluso a quienes se declaraban poco amantes de dicha carne.
Al cambiar de barrio, dejé de ir frecuentarlo. A la vez, Curro inició su despegue como reputado coctelero. Seguía su carrera en mixología y, por supuesto, en más de una ocasión he probado sus gintonics. Pero hacía mucho que no iba a comer a su casa, por lo que las expectativas estaban por todo lo alto.
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Abrimos fuego con un primer Vermú de Garaje del propio Curro. Tener más tiempo para dedicarle a sus bebidas artesanales es una de las razones por las que se ha aliado con Bubi, experto en gestión empresarial aplicada a la hostelería y con una acreditada experiencia en el sector.
Arrancamos con la degustación de un estupendo pan de Pinos Genil, de la panadería del Puente de la Duquesa, presentado en unas elegantes bolsas de papel que lo mantenían caliente, con aceite Malacasta, un picual del pasado mes de noviembre con aromas a planta de tomate y a hierba fresca cuyo intenso color verde refulgía sobre el blanco del plato.
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Asistimos a la vistosa preparación en directo de un Negroni. En la mixología hay tanto de sabor y ciencia como de show y espectáculo y ver el proceso de creación de ese combinado es un lujo. Me gustó el desafío de Curro, que el Negroni hecho con Vermú de Garaje y ginebra Road 78, ambos granadinos, y Campari, no es para todos los paladares. Amargo y complejo, ¡cómo te deja el cuerpo listo para empezar a comer!
El primer plato del menú tampoco se anduvo con chiquitas. Un soberbio foie a la brasa con salsa de naranja amarga y cherris confitados. Y de seguido, un homenaje pleno de sabor y texturas a una de las joyas de la gastronomía granadina: la quisquilla de Motril, protagonista de un nueva dosis de showcooking, algo que se siempre es de agradecer a la hora de disfrutar de una buena comida. En este caso, el personal de Asador Curro preparó un soberbio tartar con quisquillas enteras y peladas maceradas en lima. Con un toque picante y bien mezcladas con aguacate, resulta untuoso al paladar, una explosión de sabor.
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El vino que acompañó esta primera parte del menú fue un Albillo Mayor de El Lagar de Isilla, de Ribera del Duero. Color amarillo vibrante, dorado, tiene un aroma intenso y un sabor muy duradero.
Entonces sí. Entonces llegó el turno del cochinillo. Y cualquier atisbo de duda sobre si la cocina de Asador Curro se ha visto afectada por la unión al proyecto de Bubi terminó por disolverse, como el azúcar en el café hirviendo. Churruscante y crujiente por fuera, sabrosa y suave su carne por dentro; ese cochinillo asado sigue siendo un deleite para los sentidos. La clave: la calidad del producto, que son cochinillos con IGP de Segovia. Y el tiempo, cariño y esmero que se le pone a su preparación.
Con los vinos, seguimos con El Lagar de Isilla. El tinto San Juan del Monte resultó muy potente y nos sirvió para enlazar las carnes con el suculento postre, donde Curro se la volvió a jugar con una espectacular tabla de quesos granadinos. El arranque ya fue contundente, con el queso de leche de vaca de Granja Maravillas. A continuación, dos semicurados de los Teatinos de Padul, uno con pimentón picante y otro con canela. El cuarto en discordia, la mezcla de leche de vaca, cabra y oveja de Montefrío y, para no bajar el nivel de intensidad, culminó con el pata negra de las RRR.
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Fue otra propuesta valiente y osada, arriesgada y en absoluto conformista. Además del vino, acompañamos los quesos con un Vermú de Garaje afinado en barrica de roble que anteriormente contuvo ginebra. Como remate, por supuesto, el mítico y premiadísimo gintónic de la casa.
Entre medias, tiempo de charla y conversación sobre el momento actual de la gastronomía granadina y la importancia de sinergias como la establecida entre Curro y Bubi. Se trata de una apuesta a priori ganadora en la que Bubi aporta su experiencia y pericia en la gestión a un negocio consolidado y bien asentado, pero con mucho camino por delante. Una senda de crecimiento en la que Curro, liberado del día a día de la gestión, puede dedicar más tiempo a la creatividad y a la investigación.
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