«Su espíritu está en la sencillez del trato al cliente y a la calidad humana que se respira en su cocina»

En uno de los barrios más atractivos de la ciudad, y en una de sus zonas más concurridas y emblemáticas, se encuentra este local con amplia terraza. Cocina tradicional y casera te invita a degustar los mejores sabores granadinos

Bar donde me encuentro mejor que en casa. Buena cocina, estupendo servicio y ansiando volver. Les he echado de menos durante confinamiento.

Bares, qué lugares... aunque yo quiero ir más allá. Me refiero a ese lugar de restauración que todos tenemos y en el cual te hacen sentir como en tu segundo hogar. Porque ese trato, tan peculiar y de una alta afabilidad, te hace comprender a través de la morriña, lo mal que lo está pasando el sector hostelero en nuestra Granada. Y es ahí donde radica el espíritu de este negocio, en la sencillez del trato al cliente y a la calidad humana que se respira dentro, sobre todo en su cocina, donde alberga más de un secreto. Si a eso le unimos el marco incomparable donde se sitúa este peculiar lugar, como es el núcleo del barrio del Realejo, le confiere un plus importante. Donde desde el año 1946, tres generaciones familiares vienen cuidando a su clientela fiel, conocida o forastera, su bonachón gerente no etiqueta a sus fieles. Bar 'Los altramuces', ese lugar al que siempre se añora ir aún sin una pandemia que lo impida.

¡Vamos todos! Por su buen trato, amabilidad y servicio. Sus ricas tapas y platos como sus caracoles,berenjenas,codornices... Un lugar perfecto para disfrutar con amigos y familia. Entre todos podemos.

Me gusta el bar los Altramuces por el sitio en donde está situado, a los pies de la Alhambra, ideal en las noches de verano. Me encanta por la atención del dueño y sus camareros, siempre serviciales y pendientes del cliente. Disfruto de sus variadas tapas y sus raciones estrella como son los caracoles, las gambas fritas y los pajarillos fritos con ajos. Es un placer ir siempre que se puede a este bar con tanta solera y abolengo, que llevan ya tres generaciones al pie del cañón y tengo el honor de haber conocido al abuelo, al padre y ahora el hijo Fernando.