Sábado, 27 de junio 2020, 00:37
Querido Saint Germain. Es raro empezar diciendo querido, aún cuando quieres. Será porque querer es difícil siempre. Dicen por ahí que al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver. Y lo siento, pero discrepo. Por eso siempre regreso. Regresamos. Porque Saint Germain para mí es plural. No soy yo ni es él. Somos nosotros. Es él con ellos. Hace más de una década redescubrí la maravilla que es Granada de cerveza en cerveza en un bar al fondo de una bocacalle de Gran Vía. Y desde entonces, allí siempre ha sido lo bonito. En invierno y en verano.
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Por eso cada vez que me preguntan dónde ir los que vienen de fuera, yo les señaló hacia allí. Y por eso, a mí que nunca me gusta elegir, no me cuesta decir que lo intentemos en el Saint Germain, que al final siempre encontramos hueco. Y por eso, la primera en un bar, después de todo este encierro fue en esa terraza, cuando todavía no se podía entrar dentro. Yen Nochebuena, cuando aún es mediodía, el primer vermú se toma en esa bocacalle de Gran Vía. El otro día, con mascarilla, me crucé por la calle con un camarero. Me saludó. Me reconoció. Por esas cosas y porque es nosotros, no lo siento, y vuelvo. Porque donde fui feliz, lo sigo siendo.
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