Comparten similitud con sus compañeros queseros de Jayena (Cueva la Magaha), y es que poseen ganadería propia, un olivar de unos 500 olivos y se nutren de ellos mismos. Como bien apunta Ignacio Miranda «compro pienso para elaborar mi queso». La gran diferencia, además del paraje en el que se encuentran, la comarca de Guadix, es que su ganadería se compone de ovejas.
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La quesería nace en 1996 de forma oficial, ya que desde siempre habían elaborado queso de forma tradicional, o al menos así lo recuerda Ignacio, que tras aglutinar los utensilios con los que se prensaba el queso, y demás aparejos que había en la finca familiar, decidió junto a su padre Ignacio Miranda de Leyva dar un paso a la profesionalización del oficio y convertirse en maestros queseros. Fue su padre con 60 años ya vividos, el que primero se formó en el arte de elaborar queso y tras él fue su hijo. Actualmente, Ignacio hijo es quien continúa con la labor tras la muerte de su padre, manteniendo vivo su recuerdo y legado. La evolución ha sido sorprendente y ya elaboran con un mercado consolidado que tiene llegada a los mejores restaurantes de la capital. Su mérito: no haber perdido la esencia de quesería artesanal de campo y familiar. Venden sobre demanda y no hay tienda gourmet en la que no se encuentren.
Elaboran dos tipologías de quesos en varios formatos y con maduración que van desde los tres meses a los seis dependiendo del tamaño. Entre sus productos, el queso conservado en aceite de sus propios olivos, el queso fresco, semicurado o viejo.
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