El bar que nos ancla a las raíces
La Diputación de Granada ha anunciado un plan de ayudas para que los pueblos de la provincia cuenten con bares que contribuyan a darles vida
jesús lens
Miércoles, 12 de febrero 2020, 10:30
Ha causado sorpresa y, en algunos casos, estupefacción. Y recelos. ¿Debe una institución pública como la Diputación de Granada dar ayudas y facilidades para la apertura de bares ... en esos pequeños pueblos de la provincia que, poco a poco, se van quedando desiertos y alimentan el fenómeno de la Granada vaciada?
Con todas las cosas que ocurren en el mundo, podría parecer una cuestión baladí, menor, intrascendente y hasta estrafalaria. Pera mí, no lo es. ¿Se imaginan cómo sería su vida sin tener a mano un bar al que ir a tomar una caña o un vino con una tapilla, en buena compañía? ¿Cabe pensar en una existencia civilizada sin un lugar donde compartir ese primer café mañanero o el té de media tarde, comentando los avatares de la jornada?
Recordemos que el recientemente fallecido George Steiner defendía que una de las características esenciales de Europa, uno de los elementos cohesionadores y definitorios de su naturaleza, es precisamente el café como lugar y espacio de encuentro. «Un café repleto de gentes y palabras, donde se escribe poesía, conspira, filosofa y practica la civilizada tertulia. El café como concepto inseparable de las grandes empresas culturales, artísticas y políticas del Occidente, en cuyas mesas de madera y paredes tiznadas de humo nacieron todos los grandes sistemas filosóficos, los experimentos formales, las revoluciones ideológicas y estéticas», como recordaba Mario Vargas Llosa.
Con esto de las ayudas y las subvenciones para abrir o mantener bares en pequeños pueblos de la provincia hay que tener cuidado, por supuesto. Habrá que analizar por qué cierran y si resultan mínimamente sostenibles en el tiempo, que no se trata de dar una paguilla para que el camarero mate el tiempo limpiando las telarañas de las esquinas o sacando brillo a unas copas impolutas.
En muchos casos, los bares, como las pequeñas tiendas, cierran por la jubilación de las personas que los han atendido y sacado adelante a lo largo de los años y que no encuentran quién les dé el relevo. No es fácil para las nuevas generaciones quedarse en pueblos pequeños que apenas ofrecen oportunidades y cuyo futuro resulta cada vez menos esperanzador. Verbigracia, el anunciado y, de momento paralizado cierre de colegios rurales.
Demanda y clientes para los bares y cafés rurales, la hay. Encontrar personas jóvenes que tomen el relevo de los mayores resulta más complicado. Sobre todo porque se trata de negocios que permiten ganarse la vida, pero que exigen mucho tiempo al pie del cañón y que nunca harán ricos a sus dueños o responsables.
Para un pueblo, quedarse sin bar es mortal de necesidad. Podrá pasar sin el cuartelillo de la Guardia Civil, sin botica donde comprar medicinas y tener que desplazarse al consultorio médico de un pueblo vecino cuando caiga enfermo. Será duro contentarse con un cajero automático o con el ofibús de una entidad financiera que haya cerrado su oficina tradicional. ¿Pero cómo se concibe el día a día de una vida normal sin un bar cercano?
¿Han visto la película de Amenábar sobre Unamuno en los primeros días de la Guerra Civil? En ese caso no les extrañará esta cita del célebre escritor vasco: «He dicho alguna vez, con escándalo acaso de algunos pedantes, que la verdadera universidad popular española han sido el café y la plaza pública». Aunque también podríamos hablar largo y tendido sobre qué es y cómo ha cambiado el concepto de plaza pública en el siglo XXI, quedémonos con esa defensa del café como espacio, también, para la educación popular.
En las barras de los bares arreglamos el mundo, decidimos el mejor quinteto de la historia del baloncesto y trazamos el recorrido de viajes tan excitantes como improbables.
«Es un bar. La gente se reúne, bebe, se enamora, se desenamora, arregla cuentas…» Esta frase de la película 'Lone Star' me sirvió como eje central para la escritura de mi libro 'Café-Bar Cinema', dedicado a los garitos más famosos de la historia del cine. Para mí, que creo en el bar como lugar de encuentro, descubrimiento y convivencia; de expansión, distracción y confrontación de ideas, discursos y pensamientos; la iniciativa de la Diputación de Granada es más que interesante. A ver cómo se articula en la práctica y qué resultados cosecha.
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