Conexión alalunga
Benjamín Lana
Viernes, 29 de noviembre 2024, 00:08
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Benjamín Lana
Viernes, 29 de noviembre 2024, 00:08
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No suele ser común hablar de bonitos del norte más allá del final de la costera en el Cantábrico. El pequeño migrante es objeto de nuestros deseos y desvelos desde la primavera hasta el final del verano, el tiempo en que llega a la costa cantábrica persiguiendo los bancos de bocartes y sardinas. El resto del año está presente en las ensaladas gracias a las latas y los botes, pero ya no es el tema de conversación central de miles de 'supporters' vascos, asturianos y gallegos que ansiamos la llegada a puerto de los primeros boniteros para volver a iniciar el ritual totémico de hablar y degustar, por este orden, sus lomos y ventrescas. Cada año repetimos que aún están faltos de la grasa que los vuelve mágicos, que no están en su punto, pero los pagamos caros y nos los comemos felices, a la espera del verano rendido cuando se volverán lozanos, prietos y untuosos.
Sin embargo, enfilando ya la Navidad en este año los Alalunga se convierten en doble noticia, para bien. La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico acaba de aprobar en su reunión de El Cairo el incremento de la cuota de pesca del Thunnus alalunga, lo que habla del buen estado de los stocks de esta especie en el mar y también de la posibilidad de que dure más en puertos y pescaderías la presencia de este preciado manjar, tan icónico para nosotros como lo eran los bisontes para los apaches.
España podrá pescar a partir de la próxima primavera 4.132 toneladas más que este año, lo que supone un 23% de incremento, lo cual no es ninguna nadería. Probablemente, si la lógica del mercado se aplica correctamente esta vez, los precios estarán por debajo de lo habitual –en este 2023 ya estuvieron contenidos– y la costera podrá durar más tiempo. En temporadas anteriores la abundancia de bonito, la optimización de las pesquerías en el menor tiempo posible por cuestiones de menor gasto y lo exiguo de la cuota nos llevaron a vivir veranos en los que a finales de agosto se daba por cerrada la temporada, justo en el momento en el que los pequeños túnidos están más orondos y más sabrosos.
Pesca a caña
La pasión por el bonito no deja de crecer entre los ribereños del Cantábrico, pero el más delicado de los túnidos aún no ha cosechado la fama de sus primos, los atunes rojos, catapultados al estrellato por la influencia de la cocina nipona en todo el mundo y la nueva pasión por el pescado crudo. A cambio, sus precios están por debajo de la mayoría de los pescados de granja como el salmón o las lubinas.
En estos tiempos en los que la pesca en general empieza a tener un problema de imagen –debido al interés de algunos sectores de demonizarla en su conjunto como uno de los males que sufren los mares, sin hacer demasiados distingos entre la pirata que practican en aguas internacionales algunos países como China y la reglada y controlada, con sus stocks y sus cupos revisables, como la de los túnidos en el Atlántico–, la pesca a caña que practican las cofradías del Cantábrico y de Canarias se presenta como la más sostenible de todas las artes y la menos agresiva con el espacio marino. Pescar ejemplar a ejemplar garantiza la calidad de la captura, la ausencia de especies de 'descarte' por captura accidental y una posibilidad real de control de que se pesca y cuánto.
Podría decirse, de algún modo, que los cantábricos y los canarios estamos imaginariamente conectados por un mismo mar con distintos nombres y por esas 'autopistas' por las que migran los atunes. Allí tienen más especies que aquí arriba, puesto que ese cruce de caminos atlántico atrae tanto a los túnidos de aguas frías como a los de entornos tropicales. En el Cantábrico se pesca el bonito (Thunnus alalunga), el cimarrón o atún rojo en su estadio juvenil (Thunnus thynus) y en mucho menor medida la bonita (o Thunnus obesus), la de los ojos enormes que pese a su gran tamaño apenas valoramos por la menor calidad gastronómica de sus carnes.
Especies canarias
Los canarios, además de todos estos capturan también el aleta amarilla (Thunnus alabares) conocido allí como rabil, el bonito listado o rayado (Katsuwonus pelamis) y otros que no son biológicamente atunes, como el peto (Acanthocibium solandri) y la sierra o bonito común (Sarda sarda), de la familia de los escombridae, pero que se capturan y consumen de modo similar.
Para todos ellos no habrá este año incremento de cuota de pesca debido al estado de sus stocks. Sí se mantendrá el mismo incremento del 10% que se aprobó el año pasado para el atún rojo, el que en Canarias llaman patudo. Por cierto, el pasado marzo los hermanos Francés, pescadores de Morro Jable, en Fuerteventura, echaron a tierra el patudo más grande capturado en los últimos 30 años en la isla después de dos horas y media de pelea. El ejemplar récord dio en la báscula un total de 416 kilos de peso. A veces suelen comparar al Thunnus thynus con un cerdo del que todo se aprovecha, aunque esta vez quizás habría que compararlo con una vaca.
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