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Sr. García
Épica alimentaria
Un comino

Épica alimentaria

Benjamín Lana

Viernes, 26 de mayo 2023, 00:48

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La misma impresión que siente un norteamericano cuando ve una pata de jamón con sus uñas negras acostada y en posición de corte la sentimos nosotros, solo que a la inversa, cuando vemos el pata negra español en Estados Unidos con su pezuña mutilada para cumplir con la legislación vigente y no aterrar a los sensibles ciudadanos de aquel país. No se asustan ante la visión de un rifle automático, pero sí ante la de una manita de cerdo. Las joyas alimentarias españolas viajan por el mundo cada vez mejor sustentadas en su calidad y en su competitivo precio, pero la verdad es que poco les ha ayudado el relato. Adolecemos de una épica alimentaria potente y deberíamos poner mucha más energía para generarla. A todos nos compete.

Para hacernos una idea de la importancia de lo que hablamos basta decir que el 17% de todo lo que exporta España son alimentos, el tercer sector con más peso en ese mix, tan solo dos puntos por debajo del primero. Este año siguen creciendo las exportaciones de cárnicos, frutas, verduras, legumbres y las de aceite y vino. También las de productos pesqueros siguen ascendiendo y la balanza agroalimentaria, la diferencia entre lo que exportamos e importamos, es de las más saneadas de nuestra economía, con unos mil millones de euros a nuestro favor.

Sin embargo, fuera de nuestras fronteras tenemos buenas cuentas, pero nos falta cuento, como decíamos. Debemos reconocer que pese a la gran despensa alimentaria que es España, rica y diversa como pocas, y al posicionamiento internacional que han conseguido los cocineros españoles nos vendemos regular. No hay que mirar muy lejos para ver a algunos vecinos que son maestros en este asunto, como los italianos. La versatilidad de la pasta y poderío de la pizza urbi et orbi, la salsa de tomate y los quesos más icónicos, como el parmigiano y la mozzarella, se han convertido en auténticos referentes globales, extendidos por todos los continentes. No hay segundo en el año en que Italia no refuerce su posicionamiento culinario con la inestimable ayuda de sus productos embajadores de sencillo consumo, fácil adquisición y buenos precios. El aceite de oliva italiano, por ejemplo, se asocia con la máxima calidad, como los zapatos, cuando el mayor y mejor productor del mundo es España.

El ejemplo italiano

No sé si sigue siendo verdad aquello tan traído de que compraban aceite de oliva español para venderlo como italiano, pero lo que seguro es cierto es que lo venden más caro y en más países. Mira que se han hecho y se siguen haciendo esfuerzos para producir la máxima calidad posible y que hay marcas señeras que exportan su producto top a más de cien estados, pero pareciera que en España preferimos siempre jugar en la liga de lo cuantitativo y no en la de lo cualitativo, también en el vino. Pareciera más sencillo, a tenor de los resultados, producir alimentos de altísima calidad que venderlos. Que venderlos bien, mejor dicho.

Lo de los italianos tiene mucho que ver con su propio talento y también con la ayuda de sus primos italoamericanos, con la querencia por la tradición culinaria que llevaron y evolucionaron, caso de la pizza, o que incluso inventaron, como la salsa carbonara, al menos según aseguran las polémicas investigaciones presentadas recientemente por el Financial Times.

Nosotros no hemos exportado héroes o antihéroes culinarios, como Vito Corleone, dedicados a ensalzar el aceite de oliva virgen extra español, el arroz de Calasparra, o a volverse loco por el queso manchego o el gamoneu. Como mucho tenemos a José Andrés. Bueno, y me viene a la cabeza la foto de Robert De Niro cortando una loncha de jamón de bellota que dio la vuelta al mundo durante la comida que Madrid Fusión le preparó en marzo del año pasado con ayuda de algunos de los mejores cocineros del mundo. Creo que no ha habido campaña más rentable.

Viaje a Texas

Les cuento estas reflexiones mientras viajamos por Texas, un estado más grande que España, evangelizando a los nietos de los cowboys acerca de las bondades del AOVE, de los vinos, los quesos, los vinagres y las conservas de pescado españolas. A los tejanos les cuesta un poco acercarse a un mundo gastronómico que les es ajeno y que nosotros llamamos Spain Fusión, pero no dejan de mover los bigotes cuando se les pone delante un platito de jamón de los Pedroches. Al lado de su 'beef jerky', esas tiras de carne marinada y seca que representan el indómito espíritu texano, nuestra pata de ibérico es gloria bendita, cosa celestial, reconocen ellos. No digamos una conserva de navajas de Rías Baixas. Miro cómo las disfrutan y la velocidad con las que las hacen desaparecer garganta abajo, como si fueran espaguetis, y me echo a reír.

Lo que para nosotros son tesoros, unas buenas conservas, las 'preserves' son productos apenas valorados para ellos… hasta que las prueban. Sí, les digo que la paella de reglamento triunfa en Houston y en Dallas y ya les contaré si también en San Antonio. A falta de épica vamos a tener que gastar muchos zapatos, enseñarles el producto y seguir organizándoles fiestas y festivales.

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