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Un comino

Georgia, el paraíso intacto (II vinos)

Viernes, 22 de agosto 2025, 08:28

Quizás nuestra sociedad haya dejado de ser meramente postmoderna para ser simplemente mutante. Nuestros gustos y preferencias cambian más rápido que los propios virus. La ... velocidad endiablada de estímulos que recibimos a cada minuto acelera este cambio perpetuo. El mundo de los vinos no es ajeno a este movimiento. Vinos que hace unos lustros nos encantaban ahora ya no nos seducen. Obviamente hemos cambiado nosotros, los bebedores, no los contenidos de esas botellas. Pasados aquellos años funestos de extracciones intensas y de búsqueda de potencia en aquellos súpervinos que, por influjo de su principal defensor y rey midas del mercado terminamos llamando 'parkerizados', retornaron la frescura y una menor afección de las largas crianzas en madera. Atrás han quedado aquellos avainillados, toffees y ahumados que aportaban las barricas nuevas y que lograban que todos supieran un poco igual. Frente a aquellos vinos, que no pocas veces se elaboraban con más dedicación al trabajo de bodega que al de la propia viña, ahora buscamos los que tratan de expresar el paisaje del que son originarios y una botella se queda corta para dos amigos.

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