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Estoy en Viavélez, un pequeño puerto cantábrico del occidente asturiano. Comparto mesa en la Taberna Viavélez Puerto con José Andrés. Disfrutamos con lo que nos van preparando los hermanos Rodríguez Bedía, al frente desde hace cuatro años de esta taberna que sólo abren en verano ... y que han convertido en referencia del mejor producto. Ostras del Eo (a José le apasionan las ostras), chipirones, pulpo encebollado, pescados como el dentón o el pinto, impecables de punto… Mientras comemos aparece a saludarnos Paco Ron, que tiene casa en el puerto. Al verle me resulta inevitable remontarme tres décadas en el tiempo. ¿Quién es Paco Ron? Ante todo un gran cocinero. Y un precursor. Siguiendo los pasos del pionero Pedro Morán, Ron creó en 1998 junto a Nacho Manzano, José Antonio Campoviejo y Pedro Martino el grupo NUCA (Nueva Cocina Asturiana), embrión de la que hoy es una de las mejores cocinas de España. Paco empezó desde abajo: pinche en Dómine Cabra, aprendiz en el armenio Ararad, cocinero en la pizzería Pinocho… Escalones básicos antes de saltar a grandes restaurantes: Aldebarán, Atrio, Arzak, Berasategui, El Celler de Can Roca y especialmente El Cenador de Salvador, donde adquirió esa técnica impecable que le caracteriza.
En este mismo sitio de Viavélez donde comemos comenzó Ron en 1989 a escribir algunas de las mejores páginas de la gastronomía asturiana. Ese año se instaló allí, el pueblo de su padre, alejado de los circuitos habituales, asumiendo el riesgo de elaborar una cocina imaginativa y de calidad que le llevó a lograr una estrella en 1999. El mismo año que Casa Marcial. En ese momento sólo la tenía en Asturias Casa Gerardo. Recuerdo mis visitas en la década de los noventa a Viavélez, donde encontraba platos que eran pura vanguardia: gazpacho con sardinas sobre gelatina de pepino; pizza de foie mi-cuit, pastel de queso, setas y compota de manzana y tomate; o el extraordinario bonito asado con salsa de chocolate y piña. Lamentablemente ni la estrella ni las buenas críticas fueron suficientes. No era sitio para un cocinero adelantado a su tiempo y la falta de clientela le obligó a cerrar en 2005. Luego reapareció en Madrid con un nuevo Viavélez, donde levantó durante quince años la bandera de la mejor cocina. Hasta que en junio, con problemas de salud, decidió retirarse y traspasar el restaurante a su encargado. Nunca se ha reconocido suficientemente su talento y su trabajo.
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