El chef Paco Morales celebra la conexión en AVE de Granada y Córdoba

Estoy excitado por visitar una vez más la Alhambra, sus jardines, sus huertos y sus misterios. Jamás me cansaré.

Tengo dudas sobre si hubo un tiempo mejor, siempre magnificado por el ser humano, pero la cercanía nos une a golpe de click. Pensemos tan solo en los turistas cultos que intercambiaremos. En la posibilidad de compartir al viajero con hambre de aventuras y conocimiento, ahora que nuestras grandes ciudades y su rico patrimonio se encuentran conectadas en una hora y treinta minutos. La verdad es que es una maravilla y de esta manera ofrecemos la posibilidad de que vengan personas de todos los rangos posibles a disfrutar de la belleza de nuestro patrimonio.

Visitar Granada haciendo parada en Chikito, La Ruta del Veleta o Bar FM. Visitar Córdoba haciendo escala en Casa Pepe, en el corazón de la Judería; o en Taberna Casa Cristóbal, para comer sus manitas de cerdo… Esto es cultura, alegría y saber dónde hay que zampar para no tener sobresaltos.

Nunca brilló más el binomio Granada–Córdoba con sus historias y callejuelas, su Judería y el barrio del Albaicín. El olor a incienso y azahar es casi como un ritual. En algunos casos somos ajenos al interés suscitado por nuestra cultura. Cuando viajo fuera de España, encuentro lugares maravillosos, pero poquitos que me cautiven con su historia y su cultura como lo hace nuestro país, ejemplo de tolerancia con el resto de culturas que nos habitaron.

Sin duda, los romanos, griegos, egipcios u otomanos no tienen nada que envidiar a los andalusíes. No me imagino a mi admirado Vicente Amigo con Carlos Cano haciendo estas notas de color de Al-Andalus con nuestras luces y sombras… algarabía y alegría.

¡Viva Andalucía, carajo!