Buscando tesoros gastronómicos bajo lo que parece tierra quemada, en el restaurante Álvaro Arriaga. J. L.

Deseos gastronómicos para el 2021

Gastrobitácora ·

Más que en propósitos, pensemos en apetencias culinarias de cara al Año Nuevo que esperamos con los brazos abiertos

jesús lens

Jueves, 31 de diciembre 2020, 00:43

El 2021 ya está en la banda, después de calentar, presto y dispuesto para salir al campo y empezar a jugar. Con la camiseta bien metida en el pantalón, todavía inmaculada; el Año Nuevo sale a la cancha en loor de multitudes. Nunca se le esperó con tantas ganas. Jamás trajo consigo tantas esperanzas. ¡Cuánta responsabilidad para el 2021! Así las cosas y por no meterle presión, esta vez no me voy a marcar propósitos de Año Nuevo. Me voy a limitar a compartir con ustedes una serie de deseos, de apetencias, que espero poder satisfacer en los próximos meses.

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Quiero, anhelo y espero comer fuera, mucho y bien. Así de sencillo. Espero tener la oportunidad de volver a bares, cafeterías y restaurantes con alegría, abundancia y generosidad. Y con tiempo. Sin tener que estar pendientes del reloj, del toque de queda o del cierre perimetral.

Me gustaría, en especial, volver al interior de los garitos. De los que conozco y de los muchos que aún tengo por descubrir. Muy interesante lo que decía la semana pasada el interiorista Colin Bertholet en estas páginas sobre la importancia de cuidar la estética, la decoración y el ambiente: para estar como en casa, no salgo y me quedo en mi sala de estar viendo Filmin.

Se lo he dicho otras veces: aunque ahora se me conozca por 'El Loco de las Terrazas', desayunando, tapeando y comiendo al aire libre, aunque sea exhalando vaho con el plumas y la bufanda; nunca he sido muy terracero. Me gustan las barras –sobre todo los extremos– y me gustan los salones, las mesas y los impecables manteles de tela. Disfrutar de lo especial de la atmósfera y la música ambiente; de los colores de las paredes y los objetos que decoran cada espacio.

Deseo, también, salir fuera de los límites perimetrales, provinciales y autonómicos sin tener la sensación de estar viviendo una aventura. Ya me pasó este verano, cuando nos cruzamos Andalucía de cabo a rabo cargados de dudas e incertidumbres, volviendo a casa los fines de semana para no coincidir con mucha gente en el camino.

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Y, aunque les parezca un contrasentido, no es viajar lejos lo que más me apetece. El cuerpo me pide, cuando se pueda volver a estar con gente, visitar a los amigos y compartir con ellos tragos, platos, pucheros y cazuelas en comidas y cenas de eternas sobremesas. Prefiero perderme en la sonrisa sin enmascarar de la gente a la que quiero que sumergirme en la mismísima selva de Borneo.

Quiero volver a viajar y recuperar aquella vida nómada que me llevaba a disfrutar de mil y una noches de hotel, caminando, leyendo y escribiendo sin parar. Volver a Cádiz y tratar de conocer, por fin, el Aponiente de Ángel León, un restaurante y un cocinero que son referente mundial. Ir a Córdoba y, además de visitar la Mezquita, la judería y el Guadalquivir, embelesarme con los platos de Paco Morales en Noor.

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Y seguir escudriñando la provincia de Granada hasta su último rincón, por supuesto, disfrutando de los productos de cercanía en el calor del terruño. Conocer bodegas, queserías, almazaras y panaderías. Saludar en persona, en vivo y en directo, a tanta buena gente que colabora, participa y aparece en este suplemento y con la que hace demasiado tiempo que solo hablo por teléfono. O por guasap, que casi es peor.

De cara a este inminente 2021, mis deseos son simples: conseguir que mi sofá me ponga una demanda por abandono de hogar, de tanto como estaré fuera. Cerca, pero fuera. Sé positivamente que en los próximos meses no será así. Que seguiré más o menos enclaustrado y que el pobre y sufrido sofá arderá en deseos de pedir una orden de alejamiento. Seguiremos tirando de terrazas y delivery, a la espera de ponernos la vacuna y recuperar (parte de) aquella antigua normalidad que tanto echamos de menos.

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PD.–Utilizo la imagen de uno de los platos paradigmáticos de Álvaro Arriaga por lo que tiene de metafórico: bajo lo que parecen cenizas se encuentran las joyas culinarias que nos esperan este 2021, un año gastronómico que, a modo de declaración de intenciones, espero arrancar a manos del chef donostiarra. La semana que viene se lo cuento. Mientras, salud y feliz entrada de año.

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