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Jose Ariza, a la búsqueda de la pureza y honestidad en el barismo granadino.
Espresso Martini

Espresso Martini

Alexander Cocktail Bar&Speak Easy Club ·

He trabajado con tierra y con fuego, con agua y con aire. Como ellos, he sido fuerte, loco, musical o leve

ALFONSO MAYA

Viernes, 25 de enero 2019, 02:33

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Donde está la emoción, allí está el mundo. Yo estudio la felicidad. Cada día, trato de responder a una pregunta: ¿por qué algunas personas son más felices que otras? Y trato de trasladarlo al mundo de la gastronomía, al campo de la inteligencia líquida: la Coctelería.

En cierto sentido, el Martini sería a los cócteles lo que el espresso al café. Un sutil y pequeño paquete de sabor concentrado repleto de un efecto estimulante e infames objetivos. Así que supongo que era inevitable que estos dos bastiones de las alteraciones psicosomáticas debiesen combinar sus poderes algún día y convertirse en aliados en la lucha por una buena noche en vigilia y goces sublimes. Este particular pacto de fuerzas se firmó en los 80, cuando -así lo cuenta la historia- la leyenda del bartending londinense Dick Bradsell, mientras trabajaba en el Soho Brasserie, combinó espresso y vodka para una clienta. Esta temprana versión del cóctel se llamó 'Vodka Espresso', pero como con muchos de los cócteles inventados en los 80, era cuestión de tiempo para que lo viésemos servido en su icónico vaso de Martini y renombrado como el internacionalmente reconocido 'Espresso Martini'.

Algunas versiones de esta bebida que incluyen un splash de licor de café-Kahlúa o Tía María vienen siendo los 'sospechosos' más habituales, dando como resultado una corrupción del original Espresso Martini y una posterior reiteración de la bebida conocida como el 'Estimulante Farmacéutico'. Podríamos argumentar perfectamente y sin ningún genero de duda que no hay lugar para ninguna clase de licor en este cóctel; después de todo, el azúcar unido al espresso que son componentes esenciales en esta mezcla conformarían ya de por sí un pseudolicor de café en toda regla. Recuerden que estos estandartes de los licores de café podrían 'funcionar' a pesar de la redundancia a efectos de sabor -cualquiera de los dos- pero si pueden, ¿por qué no hacer su propio licor de café en casa?

Si le atrae la idea de hacer un twist de esta mezcla, intente cambiar el vodka por un tequila 100% ágave o por ron. Los rones de Guatemala funcionan particularmente bien: Ron Zacapa, Ron Botran. Si usamos ron deberemos dejar caer el azúcar puro de caña con sumo cuidado (levemente) para compensar el dulzor de estos rones.

Para el café, recomendaríamos ir tan ligero como se atreva... Un café de Kenya con una baya muy agradable aromáticamente hablando es desde hace tiempo nuestra elección en Alexander Cocktail Club&SpeakEasy Bar.

José Ariza (La Finca) nos propone usar un extraordinario espresso elaborado con un café de origen Honduras, muy afrutado con notas de vino y uvas, y les podemos asegurar que es uno de los espressos mejor elaborados en la inmortal ciudad de Granada.

Ingredientes (1 servicio)

-3 cl espresso frío.

-5 cl de vodka (Alfonso Maya recomienda la cremosidad de los vodka destilados a partir de patata para este cóctel).

-1 cl de sirope de azúcar elaborado en casa con un radio 2:1 azúcar /agua, hervidos hasta que se disuelva el azúcar.

Elaboración

Añadiremos todos estos ingredientes a una coctelera llena de hielo y haremos un 'shake' (agitado) de unos 10 segundos aproximadamente. Verteremos en una copa enfriada de Martini.

Observaciones

La clásica espuma que observamos en este cóctel sobre la superficie del mismo es el resultado del dióxido de carbono del espresso formando burbujas relativamente estables que se sostienen por la combinación del azúcar y las melanoidinas (antioxidantes).

No se puede comprar la felicidad, pero sí beber buenos cócteles, que es casi lo mismo. Por lo menos eso es lo que podría opinar nuestro cerebro. Es tremendo comprobar que nunca todo el mundo está contento... Es increíble el hecho de que hagas lo que hagas siempre va a haber alguien preparado para criticarte. Si haces una acción solidaria, hay quien considera que otra causa lo merece más. Si haces una acción profesional, hay quien considera que está mal planteada... Pero así es el ser humano, una constante lucha entre la racionalidad y el estúpido. Una lucha entre tener que plantearse dar justificaciones o simplemente prescindir para no dar importancia a esas personas que están intentando hacerte daño. Porque alegrarse del mal ajeno es una de las cosas más despreciables del ser humano. Algo cruel que sólo muestra debilidad por parte de quien lo hace. Algo en lo que, lamentablemente, el ser humano es un auténtico especialista.

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