Jóvenes que regresan

El primero, del que ya les he hablado alguna vez en esta columna, ejerce ahora en Gunea, a un paso de Avilés, y se ha convertido en apenas dos años en la gran alternativa de la cocina asturiana. El segundo abrió a finales del año pasado Txitxardin, en Lasarte, y va a dar mucha guerra en un territorio marcado por los grandes patriarcas de la cocina vasca.

Montero estuvo una década fuera de Asturias. Años intensos que le llevaron a Calima, a Nerua y principalmente a Mugaritz, donde Aduriz lo eligió para ejercer como jefe de cocina del restaurante Refectorio, en el hotel Le Domaine de Abadía Retuerta. Allí logró la estrella Michelin. Tras un breve paso con una taberna en Madrid, abrió Gunea. Renunciaba a la alta cocina para regresar a la tranquilidad de su tierra, a la proximidad con los proveedores, a una forma de vida y de trabajo menos exigente que la que marcan las estrellas.

Curiosamente, con esa menor presión lo está haciendo tan bien que ya es uno de los cocineros más importantes de Asturias y firme candidato a una estrella. En pocos restaurantes asturianos se come tan bien.

Por su parte, Humada, hijo del cocinero Juan Mari Hidalgo, del donostiarra Hidalgo 56, pasó por Arzak, Mugaritz, Can Fabes o El Celler de Can Roca. Su última etapa, más de un lustro como jefe de cocina de Vía Veneto, clásico entre los clásicos catalanes. Ahora ha vuelto a casa con un ambicioso proyecto en el antiguo Txitxardin de Lasarte.

De momento centrado en las brasas y en la cocina tradicional con una visión actual y excelentes resultados. En breve abrirá Shuma, restaurante gastronómico en el que desarrollará su creatividad. Oirán hablar mucho de estos dos cocineros, magníficos representantes de una generación que vuelve a sus raíces.