Llega el tiempo de comer fuera de casa. Los niños, según edad y educación, no encajan en cualquier restaurante u hotel. Hay que elegir bien, conociendo a los retoños: cómo responden en ciertos ambientes, si están habituados a comer en establecimientos públicos...
PABLO AMATE
PREMIO NACIONAL DE GASTRONOMÍA A LA MEJOR LABOR PERIODÍSTICA
Sábado, 25 de mayo 2019, 02:36
Por supuesto, no hago publicidad de ningún restaurante. Creo que quitar a los pequeños de en medio y mandarlos al parque infantil que tienen algunas empresas, alejados de su familia y bajo la responsabilidad de un joven, no es solución. Y mucho menos lo es 'endiñarles' la tablet o el móvil, hacerles autistas (con mi respeto a dicha enfermedad) por unas horas mientras nosotros comemos y bebemos. He presenciado ambas actitudes. Mi intención en este artículo es que disfruten con los niños; no sólo ustedes.
Cómo hacerlo
Seguro que le han fastidiado una comida por la presencia de niños chillones y mal educados, como algunos descarados que se acercan a nuestra mesa y se quedan mirando y escuchando. Recuerdo a una nena de 8 años en Luxemburgo. Sucedió en un restaurante encantador, catalogado Relais&Chateau, que como saben indica calidad, atmósfera especial, exquisito servicio y no es sitio para un crío. La niña se nos pegó a la mesa, tocando nuestros cubiertos, perturbando mientras sus padres comían plácidamente en la mesa de al lado. Para que nos dejara en paz, le dimos un paquete de caramelos y la importuna chiquilla se los 'endiñó' todos sin el mayor gesto de sus progenitores frente a extraños que le dan 'los famosos y temidos caramelitos' a un niño.
Según edad
Está claro que a un recién nacido no se le debe llevar, salvo excepciones, a un restaurante de mayores, ya sea moderno o con abolengo y rancia alcurnia del tipo Horcher, Zalacaín o Santceloni de Madrid. Como nos pasó a la familia en Beau Rivage de Ginebra. Era un almuerzo frente al lago Leman con amigos que deseaban conocer a la recién nacida. El bebé, momentos antes, dormía plácido y tranquilo. De pronto, comenzó a llorar como si tuviese dolor o algo parecido. A los tres segundos, mi hija tomo el carrito, a la bebé y a su madre, abandonando el maravilloso comedor. Y fue llegar al histórico hall del hotel donde vivió Sissi Emperatriz y la bebé dejó de llorar radicalmente.
Saber no molestar
No sería por el ambiente cargante de ruido, comodidad o temperatura. Los niños a veces nos asustan, pero eso es lo que no debemos hacer, aunque nos incomode tener que largarnos a otro sitio y perder la reunión y banquete. Es radicalmente irresponsable quedarse en el comedor mientras los gritos del bebé -¡Qué potencia tienen para ser tan pequeños de cuerpo!- enfadan y ponen los nervios de punta al resto de comensales que pagaron para disfrutar y no soportar actitudes como la comentada. No es egoísta por su parte, es sólo sentido común de los padres del bebé que quizás tenían que haber elegido un comedor privado u otro tipo de refectorio.
Salir a comer
De tres a cinco años ya pueden 'salir de restaurantes', si les hemos enseñado a usar los cubiertos y permanecer sentados durante la comida, dentro de los que cabe. Tampoco se trata de la ceremonia del Nobel, donde su banquete también está bueno. Y lo digo por haberlo tomado no, como saben, por ser Nobel. En la progresión de cosas que irritan sobremanera a los comensales que comen sin niños está el escuchar continuamente oír hablar a voces o chillar. Hay familias que se hablan así. Entonces la culpa es suya, pues se ha equivocado a la hora de elegir restaurante. Cuando un niño mal educado se pone rebelde, la situación es tragicómica, según quien la soporte. Si bien, puede ser ameno y didáctico comer juntos y enseñarles a que prueben cosas nuevas.
Menú infantil
Hay restaurantes en España que tienen una propuestas para niños, con una gama de platos que suele gustar a los chiquillos sin hostigar sus hábitos alimentarios. No deje que sean los 'peques', salvo a partir de los 6 o 7 años, los que escojan. Su actitud es lógica y dubitativa: no tienen ni edad ni costumbre de elegir su condumio. No sea inapelable si piden un cambio, hablen y disfruten. Para el crío es una experiencia nueva que tiene que serle placentera. Si bien, sea precavido ante la solicitud de algún plato que jamás probó. El que un restaurante tenga menú infantil ya nos da pistas de que los niños son bien recibidos. Yo he sufrido en algún restaurante francés o de estaciones pijas de esquí suizas el no querer que entre con el carrito del bebé. Ese artilugio fundamental para los niños es odiado por todos los camareros y propietarios de comedores: ocupan espacio y no consumen como un adulto. Negocio, siempre negocio.
Cumpleaños feliz
Esto es otra cosa, pero no vale todo. El ir a un local especializado en este tipo de celebraciones infantiles no concede el derecho a los mininvitados a hacer lo que les venga en gana. Escudriñe previamente el lugar para saber qué ofrece, las horas disponibles y si hay más celebraciones a la vez, y de qué edad. No hay taumaturgia previa cuando se unen mayores y pequeños en un espacio festero. Las fullerías que pueden hacer los de nueve años o los de cuatro o cinco llegan a situaciones paupérrimas con los padres, enfrentados. Por tanto, cuidado al elegir sitio y con quién, pues se malogra una tarde feliz en fatídica celebración. No quiero con esto estremecerles, pero mejor conocer cómo será el ambiente ese día. Por cierto, procure llevar su ayuda personal: pareja, hermanos, cuñados... Se corre el peligro de padres o madres desocupados que se quedan y también tendrá que atender, invitar a copas y encima decir que su niño es el mejor, aunque el cumpleaños lo este pagando el suyo...
Cocina de Albihar
El pasado 7 de mayo se celebró el I Concurso de Cocina Infantil Gastrochef para los alumnos de Primaria de la Escuela Hogar Padre Manjón Colegio Ave María. Organizado por la Fundación Albihar y la Fundación Ave María, el certamen contó con la inestimable colaboración del chef Javier Feixas. Participaron 37 niños divididos en cuatro grupos: ensaladas, postres, pasta (los mayores), y pan (los más pequeños).
El principal objetivo del certamen era estimular el interés de los participantes por la comida sana. Además, se proponía enseñarles a manipular, mezclar, separar alimentos, etc. Otro de los objetivos era el promover el aseo y la higiene necesarias cuando se está en contacto con alimentos. Por último, pero no menos importante, se trataba de fomentar el trabajo en equipo y el trabajo responsable de manera divertida.
Los concursantes se encargaron nada menos de elaborar la comida de ese día para todo el centro, unas 100 personas. El menú consistió en pan casero, ensalada de productos frescos, pasta a la boloñesa y tortitas de postre. Todo estuvo dirigido por Javier Feixas, que se puso manos a la obra con los pequeños. Y ya saben, sean buenos y disfruten.
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