Pablo Amate
Sábado, 4 de enero 2020, 21:46
Siempre destaco el argumento de un comunicador que cada año se empeña en modificar la tradición por sus propios gustos dulceros. A mí no me gustan los escorpiones de aperitivo, pero no se me ocurre utilizar los medios de comunicación cada año para hacer campaña de que se tomen al principio de la comida.
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El actual Roscón de Reyes Magos nos viene de lejos. Sobre todo el premio: una haba seca. Ahora ponen cualquier cosa, pero el origen y la verdad nacieron en la antigua Roma. La fiesta era para goce y deleite de los patricios, que dejaban a un niño ser el rey de la fiesta, si encontraba una 'fabe vicia', nombre científico de las habas. El premio sólo duraba una jornada. Otra opción fue que un esclavo tuviera la suerte de encontrar dicha leguminosa. La costumbre se fue mordicando en el premio, los afortunados y quién organizaba el festejo a través de los tiempos. Pero el haba seca llegó a nuestros días.
Está datado, según diferente libros serios de historia. «Parece estar relacionado con las saturnales romanas. Estas celebraciones fueron delegadas al dios Saturno, para celebrar el aumento en los días posteriores al solsticio de invierno». Hoy se toma también en Portugal, donde le llaman 'Rei Bolo' (Dulce de Reyes). Al repasar el Laurosse Gastronómico, donde tuve el honor de escribir en su versión para España, señala que «una tradición similar, tal vez importada de Francia, existe en Nueva Orleans: es la torta del rey». Es en Francia donde logra mayor realce y recibe el nombre del titular.
El motivo de poner unos trocitos de coloridas frutas glaseadas no es por gusto o de reciente aportación. Cumple la función de emular a las auténticas gemas que llevan engastadas las coronas reales. Pero si no le gusta este rico dulce; no se lo coma. Pero deje a los demás que mantengamos nuestra bonita y colorida costumbre. Por cierto que la corona dorada de cartón que ponen ahora en la caja del roscón es para que se la coloque quien encuentre el haba seca. Siendo el juego que los demás lo tienen que saludar como si fuese un rey, por ese día.
Como siempre la demanda hace que se hagan previsiones, a costa de la calidad y sabores seculares. De la misma forma que el pan, en la gran mayoría de la hostelería, ya está congelado, los roscones, sobre todo en las grandes superficies, se guardan en las cámaras de frío. La mayoría se hicieron en noviembre y se les pone variado relleno: nata, chocolate o cualquier otra idea.
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Cada año, gracias a un amigo, consigo un panetone auténtico. Me llega desde Costabissara, Italia. Elaborado por la empresa Loison, que parece apellido francés. Pero ellos son de Vicenza desde 1938. Recomiendo que vean su museo del obrador. Conocí este dulce hace años en Roma. Aún no había llegado a España. La traducción libre sería pan dulce. Hecho con una masa de tipo brioche, pasas, chocolate y/o frutas confitadas. Tiene forma de cúpula y la masa es de harina de fuerza, masa madre o levadura fresca, huevos, mantequilla y azúcar. Y lo tomo durante la Navidad. Pero en Reyes, roscón.
Ya son muchos los negocios que ofrecen una velada especial para la noche de Reyes. Me parece muy bien. Y tiene su historia. La palabra cotillón viene del idioma francés. Como tantas cosas hedonistas. Pues era costumbre un baile social para celebrar la noche anterior a la Epifanía, donde un noble aristócrata y sus familiares invitaban a lo más selecto de la población a su palacete, felices de codearse con la alcurnia. La gala transcurría hasta el amanecer, para llegar a tiempo de recoger los regalos que les hubiesen dejado sus majestades. Costumbre que pasó al pueblo llano y la hostelería recogió el guante.
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Son fechas de andar zascandileando por bares y restaurantes. El otro día aprecié una costumbre que sólo se descubre si miran la cuenta. Porque los hay que parece van a ofender a sus invitados si lo hacen. Es un buen restaurante y la camarera nos ofrece diferentes tipos de pan. Ponen un toque muy pequeño –creía que era un adorno– de mantequilla aliñada con hierbas, al centro. Cuatro personas: 10,80 €. O sea: 2,70 por criatura. Veamos la información de Legálitas.
«En cafeterías y restaurantes el pan y el vino deben estar incluidos en el precio final, tanto en los 'menú de la casa' como en los 'platos combinados'. Fuera de este supuesto, el precio del pan debe estar especificado en la carta y si, como en algunos sitios es habitual, nos traen el pan sin nosotros pedirlo, podemos solicitar que lo retiren y que no sea cobrado». En este caso lo ponían en carta, pequeño, al final del menú. Hasta al ir a disfrutar hay que leer la letra pequeña.
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Una reunión en casa no tiene que ser un trabajerón. Disponga panecillos pequeños o picos de aceite de oliva. Frutos secos, bombones, mini pastelitos y dulces navideños. Copas, platos, cubiertos, pinzas para servirse y servilletas blancas. Los vinos y bebidas, a ser posible, en otra mesa. Y tras la cena, amena, divertida, con velas –precaución–, dejar un carrito de quesos españoles y varios tipos de panecillos. Estos irán empapando las bebidas y espirituosos, haciendo la velada más llevadera. Si son buenos contertulios, apaguen la televisión y hablen. Que así se entiende la gente.
Qué les voy a contar. Tengo amigos que están apuntados al gimnasio y todos los días se acercan al local... porque enfrente ponen unas tapas estupendas. Pero eso no vale. O sí. Cada uno, sin molestar a nadie debe hacer con su tiempo y dinero lo que quiera. Lo peligroso es pasarse de kilos. Primero, por usted mismo. Segundo, por las enfermedades que conlleva y, que según datos de la Seguridad Social, suponen 265 euros al año por español. Es el gasto sanitario de estos obesos: diabetes tipo 2, hipertensión, colesterol, etc.
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Reseña IDEAL, nuestro periódico, que ha habido 28.000 inscripciones para un concurso de cocineros, muy popular en televisión . En esta ocasión son adultos. Como creo que debe de ser y no la costumbre, cada vez más extendida, de usar y manipular a los niños para conseguir mayor audiencia, lo que se traduce en mayor dinero ganado por la productora y la cadena televisiva. Como he trabajado durante años en este medio, la televisión, sé que todo está previsto de antemano. Y si hay un desliz, se corrige. Todo por la pasta.
Saben que las siglas AOVE significan Aceite de Oliva Virgen Extra. En Granada, convocados por Juan Villar, consultor estratégico y asesor de la WOOE, se dieron cita expertos del sector oleícola, además de Juan Peñamil, CEO del grupo Mercacei y moderador del acto; y José Luis Murcia, director ejecutivo de la WOOE. «Hemos elegido Granada porque es una de las provincias donde mejor aceite de oliva se hace en nuestro país, independientemente de que su producción no llegue a la de Córdoba o Jaén», comentó José Luis Murcia. Se mantiene la preocupación del precio a la baja.
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Grave, lo que se dice grave no es. Pero alguien tendría que explicar en Málaga y Sevilla, por ejemplo, que cada cosa es cada cosa. Aclaro. Tomo una manzanilla fría en Góngora, una taberna autentica en el corazón de Híspalis. Un parroquiano pide su copita y dice: «¡Ponte unas avellanas, Manolo!» Y veo que Manolo le sirve un cuenco con cacahuetes. En Málaga le llaman avellanas al maní o a los cacahuetes. Creo que se debería explicar, por coherencia, que hay avellanas, nueces, almendras, cacahuetes, maní, pistachos, etc. Y cada uno es diferente en sabor y forma. Sean buenos que los reyes lo ven todo. Y después hay crujir de visas.
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