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El bar al que volveré
Gastrobitácora ·
De toda la desescalada, la vuelta a nuestros bares de referencia constituye uno de los pasos más deseados para el regreso a la normalidadJesús Lens
Granada
Viernes, 29 de mayo 2020, 09:55
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Gastrobitácora ·
De toda la desescalada, la vuelta a nuestros bares de referencia constituye uno de los pasos más deseados para el regreso a la normalidadJesús Lens
Granada
Viernes, 29 de mayo 2020, 09:55
Qué buena iniciativa han puesto en marcha IDEAL y Turismo Andaluz, 'El bar al que volveré', un homenaje colectivo a los locales de nuestra tierra en el momento de su reapertura tras la crisis sanitaria.
No sé ustedes, pero una de las cosas que más ... he echado de menos durante el confinamiento ha sido compartir unas cañas con los amigos en algunos de mis bares de cabecera. De hecho, sigo añorando esa despreocupada costumbre, alegre y festiva. Cada vez que veo una película en la que la gente se acerca a la barra de un bar y pide unas copas, unos vinos o un café; se me ponen los dientes largos. De ahí que, en este momento, la campaña 'El bar al que volveré' sea tan oportuna: a las puertas de la fase 2 de la desescalada, el regreso a nuestros garitos de referencia está más próxima que nunca.
Sin ánimo enciclopédico, voy a repasar algunos de los bares a los que ardo por volver en los próximos días. Son lugares que, para mí, han tenido una significación especial en los últimos tiempos. Por ejemplo, la terraza de Ruta del Azafrán, al pie de la Alhambra. El pasado verano, tras subir al mirador de la Churra y bajar por la cuesta de los Chinos, desembocamos a orillas del Darro y disfrutamos de una inolvidable pastela moruna. Tengo muchas ganas de volver al Alegría, a las espaldas del Isabel la Católica, para comentar al calor de un tercio helado de Alhambra Especial el concierto de jazz o la obra de teatro recién disfrutados, con su tapa de pollo en salsa y, después, un chuletón a la piedra. También busco fecha para cumplimentar a Lorca en su mesa del Chikito. Hace un par de días, Víctor Amela me recordaba lo bien que lo pasamos el año pasado durante la Feria del Libro, con Fernando Marías, pergeñando uno de los viajes culturales de Diodati se mueve.
Quiero volver a desayunar chocolate con churros en el centenario e histórico Gran Café Bib-Rambla, soñando con la posibilidad de encontrarme con el comisario Polo, protagonista de las últimas novelas de Justo Navarro y presencia habitual en el local art decó por excelencia de Granada. Y enlazar con el mediodía y sus tapas de cordero nazarí. Me apetece volver al Moana Poké y disfrutar de ese gran descubrimiento gastronómico de origen hawaiano que te permite hacer tus propias elaboraciones y trufarlas de verdura, salmón o lo que se nos ocurra en el momento.
Echo de menos los croquetones de Recacha Fórum, antes o después de una buena película o un concierto en el Teatro Caja Granada. Y de los requetés de Sebas, en la propia Plaza de las Culturas. Los bares y sus tapas forman parte de nuestro día a día cotidiano y marcan lo mejor de nuestras rutinas, las más placenteras y disfrutonas. ¡Cuántas actividades culturales llevan aparejado el paso por alguna de nuestras barras favoritas!
Los escabeches del 4U Hostel, por ejemplo, con esas cañas tan bien servidas por Manolo, ganador del concurso de tiradores de cerveza de Granada y que nos refrescan las ardientes discusiones de nuestro Club de Lectura de Granada Noir. Que el Zoom no está mal, pero te deja reseca la garganta. Echo de menos el ambiente rockero del Bar de Eric y sus platos canallas, siempre al son de la mejor música. Y el pescado frito del Reca Campus, a orillas de mi barrio, en la Avenida de la Ilustración.
Conversaciones, planes y proyectos trazados en una servilleta de papel sobre la barra del bar, el manuscrito más preciado a la mañana siguiente, cuando te despiertas, aterrado, por no recordar nada de lo hablado. Esas conversaciones para arreglar el mundo al amor de una tapa de morcilla alpujarreña en el Ríos, tan confortable, tan cálido, tan cercano.
O volver a las bodegas de toda la vida. A La Mancha o a las Castañeda, a tomar vinos como se viene haciendo desde los albores de la civilización. El bar al que volveré para recuperar las mejores costumbres de nuestra vida, aunque nos toque adaptarnos a la nueva normalidad.
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