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jesús lens
GRANADA
Viernes, 24 de enero 2020, 01:49
Son los meses de la alcachofa. Teniendo en cuenta que todavía nos encontramos en plena recuperación de los estragos producidos por la Navidad y después del sabroso paréntesis que hicimos con la olla de San Antón, es hora de centrarnos en una verdura que, además ... de resultar muy versátil en la cocina, pudiéndose preparar de diferentes formas, tiene mil y una propiedades beneficiosas para nuestro cuerpo.
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Lo primero que debemos destacar es que, en realidad, la alcachofa es una flor. España es uno de los grandes productores de alcachoferas, la planta de cuya flor no madurada, la alcachofa, hablamos hoy. Junto a Francia, Italia y el norte de África, estamos a la cabeza de su cultivo a nivel internacional.
La alcachofa se conoce desde el tiempo de los egipcios, primer pueblo en cultivarla y consumirla, además de por razones alimenticias, por las propiedades que le aportaba al cuerpo gracias a sus altos contenidos en agua, fibra e inulina, elementos que favorecen la digestión y que ejercen de quemagrasas, además de controlar los niveles de colesterol.
El origen legendario y mitológico de la alcachofa nos conduce hasta la antigua Grecia, con Zeus volviendo hacia el monte Olimpo después de visitar a su hermano Poseidón, el dios de los mares. A la altura de la isla de Kynaros, Zeus descubrió a una hermosa joven en la playa y, no pudiéndose resistir a sus encantos, empezó a pegar la hebra con Cynara (Alcachofa, en griego), que así se llamaba la muchacha.
Dada la proverbial promiscuidad de los dioses griegos, Zeus se enamoró perdidamente de Zynara y le propuso convertirla en diosa inmortal si la acompañaba al Olimpo.
La joven aceptó el trato, pero no tardó en comprobar que aquello del Olimpo estaba bien para un rato, pero que a la larga, acababa aburriendo. Decidió volver a Kynaros, despertando con ello las iras de Zeus: renuente a que semejante beldad estuviera a la vista de los hombres, hizo que la piel de Zynara se convirtiera en gruesas y bastas escamas de color verde que, eso sí, en su interior seguían albergando el dulce corazón de la mujer.
Fuentes históricas reconocen que Catalina de Médicis fue una gran aficionada a la alcachofa, en fin, al igual que el mismísimo Rey Sol. Tras el descubrimiento de América, los españoles llevaron la alcachofa al Nuevo Mundo, donde prendió muy bien. Hoy, por ejemplo, está muy presente en California y otras áreas de clima templado.
La alcachofa es buena para regular el colesterol y también para favorecer las digestiones. En este sentido, el zumo de alcachofa es muy recomendable, aunque no resulte demasiado apetitoso, a priori. Y luego está la célebre 'Dieta de la alcachofa', una de las más buscadas en Google y que no consiste en hartarse de ellas –tanto en el sentido literal como metafórico de la expresión– sino de combinar su consumo con otros alimentos, variados y ricos, y siempre siguiendo las pautas de un buen nutricionista.
Al ser un vegetal rico en agua y en fibra, además de bajo en calorías, facilita la quema de grasas del cuerpo dado que favorece la rápida absorción de los nutrientes por parte del intestino y elimina toxinas con facilidad. Además, la alcachofa cumple como alimento detox ya que sus nutrientes estimulan la creación de bilis y, al ser de digestión fácil, liberan de dicha función al hígado.
Aprovechemos estos meses para disfrutar de uno de los lujos de nuestra tierra.
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