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Antes incluso que los famosos grandes almacenes del centro de nuestra ciudad: el auténtico encargado de anunciar en Granada la inminente llegada de la primavera es Asador Curro cuando, a primeros de marzo, nos convoca a la presentación de sus famosas jornadas dedicadas al cochinillo.
Un año más, y ya son once, el popular restaurante de Carretera de la Sierra se pone de largo para celebrar una de las citas gastronómicas más esperadas de Granada con ese auténtico manjar de dioses que es el cochinillo como protagonista principal. Un cochinillo que se prepara al estilo segoviano, sólo con agua y sal. Porque el producto es de calidad excelsa, de carne blanca, sin trazas de hierro en su cuerpo, suave y ligera. Requiere, eso sí, de muchas horas de asado, sabiendo cómo, cuándo y de qué manera sacarlo, moverlo y darle vueltas. Y la temperatura del horno, claro, para otorgarle el punto exacto. Debe quedar crujiente por fuera y tierno y jugoso por dentro. Es lo que se exige a un buen cochinillo asado. Hablamos de un plato comunitario que se pide para compartir, que es sinónimo de fiesta y celebración, de jolgorio y frenesí.
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El cochinillo tiene unas características muy peculiares: se trata de un cerdo lactante de no más de tres semanas de edad. Se ha alimentado, por tanto, solo de leche. Nada de piensos ni otras zarandajas. De ahí que su carne sea de las consideradas blancas, sin apenas grasas. Rosada por dentro, es una de las carnes más saludables que existen, además de ser muy digestivo. Con decir que el mismísimo jamón serrano tiene muchas más calorías…
Hay gente a la que le impresiona ver la cabeza del animal sobre la bandeja. Si no es usted aprensivo, no dude en pelear por una de las orejas, al estilo torero; o por el morro, echándole ídem a la hora de terminar con los restos del festín. La careta del cochinillo es una exquisitez, sabrosa y crujiente, que conviene comer despacio, paladeándola con delectación.
En Asador Curro, al cochinillo lo rodean de otras muchas 'golosinas', para que la jornada sea completa y provechosa. El festín se abre con una degustación de aceite Malacasta que es una barbaridad. Sigue el paté a la pimienta con reducción de Vermú de Garaje, ese vermú que elabora Curro Marín y que tan bien posicionado está en la Guía Peñín. De hecho, mi recomendación es que antes de entregarse a la cerveza o el vino de turno, pidan un vermú bien fresquito para ponerse a tono, relajarse y aprestarse a disfrutar.
Sigue un bocado de chistorra navarra, una estupenda alcachofa en tempura y, ojo, sopa castellana. Tras el cochinillo, que obviamente es el plato fuerte, llega uno de esos postres que solo se pueden tomar en ocasiones señaladas como esta: la mítica y exquisita Bizcochá de la Nani, pieza esencial en la historia de Asador Curro junto a su marido.
Para terminar y alargar la sobremesa, obligatorio es el Gintónic 100% granadino elaborado con la ginebra de la casa, otra de las virguerías de Curro Marín. Una ginebra con los aromas a los botánicos de Sierra Nevada que expande la mente y permite disfrutar de una digestión morosa, chispeante y animada. Y todo ello por 60 euros y con un maridaje diferente según el día, pero siempre con bodegas españolas de primer nivel.
Si le unimos que por la terraza de Asador Curro siempre pasa gente interesante, no se me ocurre mejor plan para las próximas semanas que disfrutar de estas jornadas. Reserven que las plazas vuelan.
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