Proporción entre blancos, tintos y rosados y temperatura ideal para servirlos. FREEPIK
La bodega en casa

Consejos para disfrutar el vino en casa (II)

Continuamos con las pautas para organizar una pequeña bodega doméstica y conservar y servir el vino en las condiciones óptimas de una forma sencilla y asequible

Antonio Carrillo, Jefe del Panel de Cata Multidisciplinar Vinos de Granada SEGE (UGR)

Viernes, 11 de junio 2021, 01:01

Hace unas semanas dábamos unos consejos para ir haciendo una pequeña bodega y lograr que los vinos se mantengan siempre en las mejores condiciones. ... Hablamos de la temperatura óptima de conservación, entre los 10 y los 15 grados y la importancia de mantener la horizontalidad de las botellas. Una humedad ambiente superior al 70% y la ausencia de olores contribuirán al mejor mantenimiento del producto.

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Hablemos ahora de la distribución de los tipos de vino. Se puede contar con un 50% de vinos tintos, un 35% de vinos blancos y un 15% de rosados, ajustándose a una gastronomía normal. Aunque, por supuesto, cada cual puede conservar los tipos de vino que más le satisfagan. De los tintos, un 70% deberán ser ligeros y de graduación moderada, teniendo en cuenta que actualmente la comida es más frugal. El resto pueden ser tintos más robustos. Para los vinos de aperitivo y de postre, aunque no requieren permanecer tumbados, sin embargo, es conveniente almacenarlos horizontalmente si llevan tapón de corcho.

A la hora de servir los vinos, es importante hacerlo a la temperatura correcta para disfrutar en las mejores condiciones de sus características organolépticas. Así, cavas y espumosos están perfectos entre los 6 y los 8 ºC, para que no pierdan su finura y elegancia.

Los finos y manzanillas, vinos generosos de características especiales, también requieren temperaturas frías, entre los 6 y los 8 ºC, para que no resalten sus valores alcohólicos.

Los vinos blancos jóvenes, secos y afrutados, deben servirse entre los 8 y los 10 ºC. En este caso buscamos frutosidad y juventud. Por su parte, los blancos dulces deben servirse a una temperatura de 5º C, debido a su potencial de azúcar, que permite mantener los aromas afrutados, destacándose una viscosidad en la boca.

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La temperatura idónea de blancos fermentados y criados en barrica oscila entre los 10 y los 12º C. Tratamos de buscar un equilibrio gustativo que compense ambas virtudes aromáticas.

Los rosados, que se encuentran a caballo entre el blanco y el tinto, permiten ofrecerlos entre los 12 y los 14 ºC.

Para los tintos jóvenes, la temperatura idónea está entre los 12 y los 16 ºC que permiten disfrutar de los aromas y el carácter varietal de un vino joven. Los vinos de crianza, sin embargo, exigen unos 16 a 18 ºC para disfrutar de la expresión tánica y la estructura de los aromas terciarios de oxidación y reducción originados en la crianza.

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