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Antonio Carrillo, Jefe del Panel de Cata Multidisciplinar Vinos de Granada SEGE (UGR)
Viernes, 18 de junio 2021, 01:33
Después de hablar de las condiciones para conservar las botellas en casa y de desgranar las temperaturas a las que deben servirse los ... vinos, terminamos esta serie de consejos prácticos hablando de las copas o catavinos indicados para una correcta degustación y disfrute de los vinos. Existen en el mercado determinados maestros vidrieros que asocian el diseño de la copa a un estilo diferente de vino de acuerdo a la variedad de uva o a la región vitivinícola.
Los catavinos deben ser siempre cerrados en su boca para concentrar los aromas. En función de la temperatura, habrá una mayor o menor evaporación. El espacio vacío se va llenando en sucesivas capas o estratos de acuerdo con su densidad o peso específico. En la parte superior del catavinos se situarán los aromas menos pesados, más frágiles, los primeros en impactar nuestra pituitaria olfativa con recuerdos de flores y frutas. En una capa inferior, los componentes aromáticos asociados con la naturaleza vegetal del vino y su procedencia terrosa y mineral. Los más densos, de moléculas más pesadas, con los matices de la madera y alcohol, los vamos a encontrar en la parte más baja de la superficie de la copa. Aplicamos movimientos circulares para humedecer las paredes interiores de la copa y evaporar su intensidad aromática sin llegar a mezclarse los estratos antes descritos ya que necesitarían una fuerte agitación vertical.
Las copas grandes permiten sucesivas olfacciones, para poder llegar a las distintas capas de aromas mediante inhalaciones lentas y regulares de cinco a diez segundos. Las copas han sido diseñadas para dirigir el flujo del líquido correctamente a una zona de sabor de la lengua y poder exaltar o amortiguar las sensaciones de cada tipo de vino.
Las copas de boca ancha y recta se utilizan para la degustación de los vinos tintos tánicos y poco ácidos, al dirigir el vino al centro de la lengua, donde hay una gran cantidad de papilas gustativas, creando una armonía entre las sensaciones de fruta, taninos y acidez.
Las copas de boca ancha y borde abierto se adaptan mejor a los vinos tintos de alta acidez y taninos moderados, dirigiéndose el vino hacia el borde de la lengua, para aumentar la sensación afrutada equilibrándola con la elevada acidez. Sin embrago, el borde redondeado, no permite controlar el flujo del vino cuando entra en la boca, aumentando de este modo las sensaciones de dureza y acidez. Para los vinos blancos, las copas son menos voluminosas. Las bocas abiertas dirigen el flujo hacia la punta de la lengua siendo las adecuadas para los vinos jóvenes y afrutados, donde la sensación ácida se reduce y balancea.
Las copas de bordes rectos, para los vinos blancos de mayor cuerpo y moderada acidez, ya que el flujo del vino se distribuye en el centro de la lengua y se armonizan sus sensaciones. Para los vinos espumosos donde el desprendimiento de finísimas burbujas de gas carbónico supone un espectáculo para la vista, las copas han de ser alargadas, en forma de flauta o tulipán.
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