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Jesús lens
Jueves, 7 de noviembre 2019, 23:14
En la novela 'El general en su laberinto', Simón Bolívar aparece comiéndose unas guayabas. En un principio, debía comer unos mangos, pero Gabriel García Márquez dudó e hizo una rápida llamada de teléfono a su amigo Belisario Betancur.
Así recuerda el que fuera presidente de Colombia aquella conversación: «Un domingo en la tarde, me llamó Gabo y me preguntó: ¿tú sabes en qué año llegó el mango a América? ¡Háganme, el favor! Un domingo en la tarde esa pregunta. Le dije que no sabía y le pregunté para qué necesitaba saberlo. Porque tengo a Simón Bolívar en Cartagena comiendo mango dulce y me suena que está mal. ¿Será que le cambio de fruta?» Y la cambió.
El mango es una fruta exuberante cuya visión, tacto, olor y, por su puesto, su sabor; nos hace recordar el realismo mágico y sus ambientes exóticos, cálidos y sensuales. Por ejemplo, ahora que ha terminado la temporada alta, el mango nos devuelve a nuestra excitante Costa Tropical, donde está de temporada.
El mango es una fruta con más de 5.000 años de historia que procede originalmente del corazón de Asia, de una zona comprendida entre el norte de la India y de Birmania. Poco a poco, gracias a su sabor y a sus propiedades, se fue extendiendo por todas las zonas tropicales y subtropicales del mundo, entre ellos, esa América Central y Sudamérica donde prendió con tanta fuerza. En concreto, fueron los portugueses quienes introdujeron el mango en Brasil, allá por el siglo XVII, comenzando su expansión por el resto de la América más cálida y tropical.
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Considerado como una de las joyas de las frutas tropicales, el mango nace de árboles que pueden alcanzar incluso los treinta metros de altura. Se trata de un fruto de forma ovalada, alargada y cuya forma se asemeja a la del riñón o el corazón. La piel del mango, cuando está maduro, adopta una variedad de colores que oscila entre el verde, el amarillo o el naranja hasta el rojo intenso. Su pulpa es de color amarillo anaranjado y resulta dulce, jugosa y muy sabrosa al paladar.
Aunque toda la fruta sabe mejor si se consume recién cogida, el mango demanda su consumo inmediato para mostrar su mejor cara, con un intervalo de entre cinco y diez días entre la recolección y la degustación. Se debe mantener a una temperatura de unos 20 o 25 grados para que sus propiedades queden incólumes. De hecho, no debe pasar por un frigorífico excepto si se quiere tomar la fruta fría y sólo debe permanecer allí el tiempo imprescindible para que alcance la temperatura deseada.
Esta es una de las características que convierten en tan especiales a los mangos de nuestra Costa Tropical: tenemos una ocasión de lujo de disfrutar de un producto de calidad excepcional en las mejores condiciones posibles. En este caso, el mantra 'directamente del árbol a su mesa' adquiere todo su significado y sentido.
Para saber si un mango está en su punto, debe estar ligeramente blando y desprender un buen aroma. Además, la pulpa de color naranja también es un buen indicador del punto exacto de maduración de la fruta. Sin embargo, para averiguar si la fruta está ya para consumir, no hay que hacerle caso al color de la piel, que ya vimos la cantidad de tonalidades diferentes que puede alcanzar, dependiendo de su especie.
Así, de entre las decenas de variedades de mango que existen, las más populares, conocidas y accesibles son las que desarrollamos a continuación:
Su forma es ovaloide y aplanada, de color rosado intenso oscuro con tonalidades verdes. Tiene un sabor dulce y afrutado, con un ligero toque ácido. Resulta especialmente destacable por su reducido contenido en azúcar, si lo comparamos con otras variedades.
Presenta forma ovalada, pero más ancha, con piel gruesa. Su sabor destaca por una dulzura intensa con un ligero toque a melocotón. Su pulpa resulta jugosa y tiene poca fibra.
Tiene forma oval, pero tirando a oblonga, más alargada que las anteriores. Su color destaca por ser púrpura rojo, veteado de amarillo o naranja verdoso. El sabor de esta modalidad de mango es muy dulce, pero con toques ácidos.
De forma oblongo-ovalado, presenta un color que va del naranja al rojo intenso. En este caso, la pulpa de la fruta tiene altos niveles de fibra.
Siendo originario de la India, donde el mango es una fruta milenaria, se ha convertido en el símbolo del amor, de ahí que regalar una caja de mangos a alguien sea una prueba de sincera amistad… o de algo más. De hecho, forma parte de diversas tradiciones y ritos de los hindúes.
Igual que ocurre con la granada, el mango es símbolo de fertilidad y fecundidad, de ahí que las hojas del árbol se utilicen para decorar las puertas durante las celebraciones de bodas y enlaces matrimoniales o cuando llega un nacimiento a la familia. Además, se le usa para invocar a la buena fortuna en su tierra de nacimiento, lo que puede estar relacionado con sus propiedades nutricionales, no en vano, en India se le considera como la comida de los dioses.
Y mucho ojo si usted ha soñado con mangos recientemente: hay intérpretes de sueños que consideran que, soñar con mangos anticipa la llegada de momentos agradables y placenteros que dejarán buen sabor de boca. También es una invitación a contemplar las cosas desde diferentes puntos de vista: son tantas las variedades, tonalidades y colores de los mangos que sirven para representar lo complejo de nuestra vida y la necesidad de abordarla desde diferentes perspectivas.
Además de ser la fruta nacional de la India y Pakistán, el mango es el árbol nacional de Bangladesh. La presencia del fruto en las manos del Dios Ganesha, simbolizado por la cabeza de un elefante y reverenciado en la tradición hindú como removedor de los obstáculos, es símbolo de los logros de los devotos y de su potencial de perfección, que simbólicamente, los mangos también son una invitación a dejar atrás los peores momentos de nuestra vida y a recomenzar de nuevo nuestro camino.
Dos aspectos esenciales para comenzar a desgranar las virtudes cardinales del mango: su alto contenido en agua y su gran cantidad de nutrientes.
Al tratarse de una fruta muy jugosa, el mango se convierte en aliado imprescindible para luchar contra la deshidratación, algo especialmente importante en climas tropicales o subtropicales. De ahí, también, que se use en compuestos y tabletas hidratantes para deportistas, que resulta de fácil digestión.
Ricos en vitamina B y en ácido fólico, su alto contenido en vitamina C facilita la absorción del hierro y contribuye a la generación de glóbulos rojos, además de colaborar en la formación del colágeno, los dientes y los huesos.
Su alto contenido en vitaminas hace de esta fruta un excelente antioxidante, repleta de propiedades nutritivas para las personas de cualquier edad. Por otra parte, el mango contribuye a reducir el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, degenerativas y cancerígenas. Por su alto contenido en hierro, es útil para tratamientos de anemia y demás afecciones de la sangre.
Igualmente importante: su bajo contenido en grasas, sodio y calorías permite su consumo en las dietas para adelgazar y en casos de hipertensión, efecto potenciado por el alto contenido en fibra del mango, cuyas propiedades laxantes previenen el estreñimiento y contribuyen a reducir las tasas de colesterol en la sangre, además de ejercer un buen control de glucemia. Hablamos de una fruta, pues, que es pura energía y sabor.
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